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viernes , 26 abril , 2024

¿El momento de “Chinawood”?

Paloma Almoguera

Pekín, (EFE).- La industria del cine en China está de enhorabuena. Líder de taquilla mundial por primera vez en febrero, toma forma el sueño de quienes pretenden alzar al país como la nueva meca del séptimo arte, ambición que muchos ven aún inalcanzable mientras no desaparezcan la censura y la piratería.

Si bien los pronósticos apuntaban a que sería en 2020 cuando la taquilla china arrebataría el liderazgo a la estadounidense, la segunda economía mundial se ha «estrenado» cinco años antes.

Al menos un par de circunstancias jugaron a favor de China en febrero. Que se tratase de las vacaciones del Año Nuevo Lunar, cuando el ocio es más accesible para los cientos de millones de chinos que están de asueto, y que, al contrario, para Estados Unidos fuera uno de los meses más flojos de la taquilla tras la Navidad.

«Es algo momentáneo. Volveremos a ver meses en los que China adelante a EE.UU., pero no ocurrirá de forma más permanente hasta dentro de 2 ó 3 años», explica a Efe Robert Cain, presidente de Pacific Bridge Pictures, una consultora del sector del entretenimiento en ambos mercados.

Pero otra sorpresa fue que el récord de febrero (650 millones de dólares) se debiera principalmente al consumo de producciones domésticas, con la cinta «El hombre de Macao II» como la más taquillera, seguida por «Dragon Blade» y por la ambiciosa coproducción chinofrancesa «Wolf Totem», de Jean-Jacques Annaud.

Es precisamente la fórmula de las coproducciones la que está suponiendo un importante impulso a la cartelera china. Primero, porque permite la entrada de savia y capital extranjeros saltándose la cuota de películas foráneas que imponen las autoridades (de alrededor de 30 al año), y segundo porque aumenta la recaudación del cine doméstico con tramas a veces más atractivas para la audiencia.

Desde el otro lado del Pacífico también se sabe ya a qué ceñirse para entrar en el mercado de la potencia asiática: la última entrega de la saga de Batman, «The Dark Knight Rises», cambió a los villanos chinos de la anterior película por norcoreanos, y otras producciones estadounidenses cuentan con una versión especial para China.

Pero ese «corta y pega» es aún residual, precisa Cain, quien dice a Efe que, «aunque Hollywood está interesado en China», los filmes que adaptan su guion para Pekín «son la excepción».

Motivos no les faltan a los productores estadounidenses para querer llevar sus películas al país más poblado del planeta, con un aumento de taquilla de alrededor del 30 por ciento anual y, por lo tanto, público y liquidez de sobra para inyectar en la industria.

Más aún cuando uno de los hombres más ricos del país, el presidente del conglomerado Wanda, Wang Jianlin, invierte en el sector y pretende crear el mayor estudio del mundo en el este de China, a cuya presentación en 2013 invitó a estrellas como Nicole Kidman o Leonardo DiCaprio, si bien entonces era solo un páramo.

Pese a la bonanza, hay algo que Pekín ansía y aún no tiene. «China reconoce el ‘soft power’ (poder blando) de EE.UU., pero tiene que aprenderlo. No se trata de dinero, la razón por la que los productos estadounidenses son exitosos es porque cuentan experiencias humanas, y eso China no lo entiende», dice a Efe Catrina Siu, productora y representante de intérpretes chinos.

Aunque el gobierno chino lleva tiempo tratando de exportar su cultura ampliando, por ejemplo, los Instituto Confucio -el equivalente chino del Cervantes español- en el extranjero, el objetivo parece chocar de bruces con el aumento de la censura en internet y en el mundo de las artes.

Los directores de cine «cada vez afrontan más dificultades para que los censores aprueben sus guiones», admite Cain, quien destaca el «verdadero deseo entre el público chino de ver más películas».

Prueba de ello es que, si las arcas de la taquilla están llenas, las de la piratería rebosan. Con nueve de cada diez DVDs falsos en China, se estima que mueven alrededor de 6.000 millones de dólares anuales, más que la recaudación de las salas de cine.

Así, la posibilidad de que China compita realmente con Hollywood «son aún palabras mayores», opinan Siu y Cain, pero ambos reconocen la madurez que está alcanzando el cine chino.

Con más de un siglo de existencia, la industria cinematográfica del país asiático quizás no esté lista para exportar «hits» al estilo estadounidense, pero sí para que se la tenga en cuenta.

O para que ya se hable de un «Chinawood» más allá de las afueras de Pekín, donde se encuentra el gigantesco estudio de la compañía Hengdian conocido con ese apodo. EFE

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