Eli Heiliger
SANTO DOMINGO. La convención del Partido Revolucionario Moderno envió una buena señal a la sociedad con un evento cívico, aunque con muchas deficiencias organizativas, pues parece que intervinieron en su preparación políticos bisoños, por los errores infantiles que salieron a flote, como el deficiente transporte de las boletas que impidieron que se votará en 38 demarcaciones.
Sin embargo, hacia fuera, para suerte del PRM, estos errores no marcaron la agenda, no fueron objeto de debates y el perremeísmo que, sin lugar a dudas tiene un gran por ciento en su ADN de perredeismo, no mostró esa conducta díscola y levantisca de convenciones anteriores.
Si los sillazos, balazos, trompadas, muertos y heridos y hasta patadas por el aire como, decía Silvio Paulino, el narrador de la lucha libre de la época de oro de Jack Veneno, hubieran asomado sus narices otro fuera el escenario para la joven organización política y hoy estuviera bajo un torrente de criticas.
No se puede ocultar que lo pacífica que estuvo este evento se debió a que los dos principales líderes, Hipólito Mejía y Luis Abinader, pactaron y se pusieron de acuerdo alrededor de los dos principales cargos en disputa, convenio que se extendió en las distintas demarcaciones, no fue el producto solo de la madurez política.
Para seguir trillando el camino de superación de la violencia y el sectarismo el perremeísmo tiene que reeditar el mismo orden que con sus bases acudieron a votar, tiene que seguir repitiendo esta conducta en los próximos eventos convencionales, sobre todo en aquellos que se disputen cargos electivos.
Otro aspecto con el que la entidad política remitió una señal positiva a la sociedad fue con la renovación de sus cuadros directivos. Hizo una transición hacia cuadros jóvenes, permitirán que una nueva generación de dirigentes asuma las riendas de la organización, encabezado por José Ignacio Paliza, de 38 años ,y Carolina Mejía, de 48.
