Bethesda (EEUU).- Varias decenas de seguidores del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entre los que había detractores de la mascarilla y opositores chinos, se congregaron este lunes frente al hospital militar Walter Reed, en Bethesda (Maryland), a la espera de que el mandatario sea dado de alta esta tarde, aunque sigue padeciendo la COVID-19.
Eran pocos pero ruidosos y saludaban a los vehículos que pasaban por la carretera que hay junto al hospital con sus pancartas a favor del presidente, lo que en ocasiones era respondido por las bocinas de los conductores, muchos de ellos camioneros.
Una de las personas que estaba frente al centro sanitario, en las afueras de Washington DC, era Ellen, una peluquera de 63 años que se trasladó desde Baltimore (Maryland) para «apoyar al presidente», con un cartel que decía «mujeres por Trump».
«Vine el sábado por la tarde durante cuatro horas y hoy voy a pasar el día, espero que le den el alta para irnos a casa», dijo Ellen, que no llevaba máscara para protegerse de la COVID-20.
ELLEN DICE QUE LLEVA MÁSCARA SOLO EN INTERIORES
Preguntada por el motivo, indicó que solo la lleva cuando lo necesita: «Cuando estoy dentro de una tienda o bajo techo», detalló esta peluquera, para quien el presidente está manejando la crisis sanitaria lo mejor que puede.
Trump lleva ingresado desde el viernes pasado en el centro sanitario Walter Reed, después de anunciar que dio positivo en la prueba de la COVID-19.
Este lunes, el mandatario salió del hospital militar en el que estaba ingresado desde hace tres días para tratarse de la COVID-19, pese a que sus médicos han advertido de que «no está fuera de peligro».
A un lado de la salida del hospital, los partidarios del presidente depositaron flores, globos y varios pósteres con mensajes que decían «¡¡¡Luchador!!! Que Dios bendiga a EE.UU., que Dios bendiga al presidente Trump» o «Trump, te queremos», además de una pizarra blanca en la que los espontáneos escribían mensajes de cariño para el mandatario.
Allí, había una seguidora de Trump, sin mascarilla, que increpó a algunos periodistas por no escribir mensajes de respaldo al mandatario: «No se puede ser neutro, como seres humanos hay que apoyar a uno u otro lado», refunfuñó, sin querer identificarse a Efe.
PHIL CREE QUE EL CORONAVIRUS ES UNA ARMA BIOLÓGICA DE CHINA
En el otro extremo de la puerta del recinto se encontraba Phil, un estudiante chino de 23 años residente en EE.UU. y originario de Pekín, que acudió con miembros de la organización «New Federal State of China», creada por el activista Guo Wengui y el exasesor de Trump Steve Bannon, para «decir la verdad al resto del mundo».
«Esto (el coronavirus) es un arma biológica, y China intentó mandar el virus aquí e intentar matar al presidente Trump enviándole el virus directamente», explicó Phil.
«Vengo aquí -continuó- a apoyar a Trump y a decir al mundo la verdad, no es una conspiración».
Al lado del grupo de chinos y de chino-estadounidenses opositores al Gobierno de Pekín, estaba Sam, de 48 años, que, tal y cómo explicó a Efe, se dedica a «viajar por las ciudades para transmitir a la gente la palabra de Jesucristo».
Sam, negro y procedente de Charlotte (Carolina del Norte), lleva en la zona de Washington DC desde el pasado 17 de septiembre, y el viernes escuchó la noticia de que el presidente estaba ingresado en un hospital por COVID-19.
«El Señor me dijo que viniera a rezar por nuestro presidente y la nación», aseguró Sam, que portaba una pancarta amarilla que decía «Jesús salva».
Pese a llevar mascarilla facial, Sam la llevaba colgando por debajo de la boca y al ser preguntado por el motivo señaló que no puede llevarla durante largo tiempo debido a unas «condiciones médicas» que no quiso precisar.
Y PARA SAM, LA COVID-19 NO ES DIOS
Este hombre descartó que la enfermedad del presidente le vaya a afectar de manera negativa en las urnas, el próximo 3 de noviembre. «La ha contraído 30 días antes de las elecciones, y ahora está todo el mundo ‘jajaja, deberías haber llevado máscara’, pero gracias a Dios (Trump) es capaz de cumplir su deber como presidente y continuar», opinó.
«Para mí -siguió-, esta es una buena oportunidad para que el mundo vea que la COVID-19 no es Dios, Jesucristo es Dios. Dios curará al presidente de manera supernatural y el mundo verá que esta enfermedad es tratable y puede ser curada».
Con una bandera de EE.UU. y apoyado en la valla que lo separaba de los autos que pasaban, estaba John, un bombero jubilado de 61 años, quien alabó, en declaraciones a Efe, que Trump minusvalorara adrede la gravedad de la COVID-19, aun sabiendas de su seriedad, entre marzo y febrero, para que no cundiera el pánico.
«Mire, yo he trabajado en seguridad pública durante treinta años, y tienes que ser calmado. Él (Trump) cerró el país pronto, y hubiera deseado que el doctor Fauci (Anthony Fauci, principal epidemiólogo de la Casa Blanca) hubiera ayudado algo más, creo que deberíamos haber reabierto uno o dos meses antes», indicó.
Y adelantó que tiene intención de ir a votar en persona por Trump el próximo 3 de noviembre: «De la misma manera que la gente va al (supermercado) Walmart, la gente irá a votar, aunque hay gobernadores que están tratando de evitar que se vaya a votar en persona».