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jueves , 2 mayo , 2024

Cubrir la invasión de Irak: «Fueron los años más peligrosos de mi vida»

Bagdad, .- Cuando llegó la hora cero de la invasión estadounidense en la noche del 19 al 20 de marzo de 2003, todos los barrios de Bagdad habían pasado una noche cruel y muy oscura, después de que la coalición bombardeara varias centrales eléctricas e instituciones gubernamentales de forma intensiva y continua. En el aire solo se escuchaban explosiones, disparos y artillería antiaérea.

Desde el barrio de Al Tashrie (hoy la Zona Verde), donde están las sedes de Gobierno y los palacios presidenciales, estaba sentado en la novena planta de la agencia de noticias iraquí INA cuando vi claramente los ataques contra los edificios gubernamentales.
Las acciones estadounidenses aumentaron de intensidad y los medios de comunicación decidimos trasladarnos a los hoteles Meridian y Sheraton, en la plaza de Al Fardús, donde se encontraba la estatua de bronce de Sadam Husein.

«TODO SE ACABÓ, LOS ESTADOUNIDENSES GANARON»
La última vez que vi esa escultura fue la noche del 8 de abril. Esa tarde me encontré con un familiar que era oficial del Ejército iraquí, me preguntó que qué hacía allí, que había que irse inmediatamente de Bagdad. Le pregunté: «¿Por qué?». Sus lágrimas fueron más rápidas que sus palabras, que fueron pocas: «Todo se acabó, los estadounidenses ganaron y mañana todo Bagdad es para ellos». El 9 de abril, las fuerzas estadounidenses derribaron la estatua, lo que representó el total dominio estadounidense sobre el país.

Mientras, la vida en Bagdad empezó a hacerse cada vez más difícil con los cortes continuos de electricidad, la escasez de los alimentos y la dificultad de moverse por la ciudad, cuyos puentes habían sido dañados en los ataques estadounidenses. La mañana del 9 de abril, buscamos algo de gasolina para poder llegar a nuestro pueblo al norte de Bagdad. El combustible era escaso, pues la mayoría de las refinerías y almacenes de combustible fueron destruidos.

En el camino, nos preguntaron por la situación en Bagdad y si era verdad que ya estaba bajo control de los estadounidenses. Cuando les contamos lo ocurrido, se quedaron sorprendidos. Algunos negaban la realidad y decían que eso no era verdad, que Sadam seguía luchando contra los estadounidenses.

EL PELIGRO DE SER PERIODISTA
Volví a Bagdad en 2004 para seguir trabajando como periodista, puesto que viajar de mi pueblo a la ciudad era peligroso por los enfrentamientos entre las fuerzas estadounidenses y los grupos armados. En 2006 empecé a trabajar con EFE. Los siguientes años fueron marcados por el crecimiento del conflicto sectario, que fue la época más peligrosa para los periodistas. Éramos objetivo de los diferentes grupos armados, o bien por nuestra pertenencia a sectas o porque la labor de la prensa les molestaba.

Cientos de periodistas resultaron víctimas de este abominable conflicto sectario.
Pero 2006 y 2007 fueron los años más peligrosos. Sobreviví a varios intentos de secuestro y asesinato. Una vez, el coche en el que viajábamos fue detenido en un puesto de control de Al Qaeda en la carretera cerca de la ciudad de Faluya, a 50 kilómetros al oeste de Bagdad. Un grupo de individuos armados nos rodeó. Nos pidieron que nos bajáramos del coche y que levantáramos las manos. En ese momento, llegó una patrulla del Ejército estadounidense con un helicóptero y eso nos salvó.

En varias ocasiones, nos enfrentamos a la posibilidad de morir atrapados en choques armados, a ser secuestrados o a que nos decapitaran y tiraran nuestros cadáveres al desierto. A principios de 2007, regresando a casa, un camión bomba estalló al cruzar la calle. Cuando recuperé la conciencia me encontré tirado cerca de un autobús. Mi cabeza y mi oreja estaban sangrando. Mi cuerpo tenía muchos moratones. Estaba cubierto de sangre y tenía en la cabeza trozos de vidrio. Intenté levantarme en medio de los escombros, entre los cuerpos de personas muertas y heridas.

La Policía me ofreció llevarme al hospital, pero temí que alguna milicia hiciera una redada contra el centro y me secuestrara, por lo que preferí intentar regresar a casa.
Era una vida muy difícil en aquel entonces, todos éramos objetivo de los grupos armados por motivos diferentes. Veinte años después de la invasión, la cosecha ha sido la muerte, la destrucción, la proliferación de la corrupción, el desempleo, el colapso de la infraestructura, la educación, el empeoramiento de los servicios sanitarios y públicos, el despliegue de las milicias armadas privadas, la falsa democracia y la pobreza en un país que flota en un mar de petróleo.
por Amid Hamid

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