Pekín, (EFE).- Mientras el español Jon Rahm comienza su aventura con LIV Golf, el circuito impulsado por el Fondo de Inversión Pública saudí, China continúa con su particular relación de amor y odio con este deporte.
China considera que el antecesor del golf moderno se originó en sus tierras bajo el nombre de ‘chuiwan’ (golpear la bola) durante la dinastía Song (960-1279), algo que podría explicar el casi millón de practicantes de la disciplina actual.
Un deporte de contrastes
Una cifra de golfistas, espontáneos o asiduos, estos últimos estimados entre los 250.000 y 400.000, que contrastan con el declive en el número de campos de golf en el país, que en los últimos cinco años se redujo en 59 hasta alcanzar los 416, cuando llegó a haber más de 600.
Aun así, el estudio de la consultora Zhiyan estima el tamaño del mercado del golf en China en 2022 hasta los 8.850 millones de yuanes (1.232 millones de dólares, 1.140 millones de euros), en comparación con los análisis más conservadores de Guanyan Tianxi, que lo sitúa en 5.160 millones de yuanes (718 millones de dólares, 664 millones de euros).
La Asociación China de Golf lanzó en 2020 su XIV Plan Quinquenal para la mejora del deporte en el país, que se vio claramente afectado por la pandemia de covid-19 y su política de ‘cero covid’, pero que empieza a remontar el vuelo, sobre todo con el desarrollo de iniciativas regionales a la sombra de las todopoderosas provincias sureñas de Cantón (60 campos) y Hainan (29), o la elitista capital Pekín (42).
Un deporte burgués en la China comunista
Una élite que ya en la época del líder comunista Mao Zedong afectó a la implantación del golf en el gigante asiático, ya que fue prohibido por “demasiado burgués” en 1949, antes de volver a ser legalizado en 1984 durante el proceso de reforma y apertura del país.
Además, el deporte que fue apodado como el ‘opio verde’, ofrecía un estado instantáneo y conexiones comerciales al mismo tiempo que proporcionaba un impacto mínimo, algo que en los últimos años y con las campañas anticorrupción iniciadas por el presidente de China, Xi Jinping, ha cambiado.
Jugar al golf en China puede ser percibido como renunciar a una posición de liderazgo y suscitar sospechas, por lo que el interés decae entre los líderes políticos debido a posibles implicaciones negativas.
Margen de mejora
En la actualidad son varios los golfistas de nacionalidad china en los mejores circuitos profesionales, pero sobre todo en el femenino, donde la referencia hasta la reciente irrupción el año pasado de la joven Yin Ruoming (21 años, ganadora del Campeonato PGA Femenino KPMG 2023) era la veterana Shanshan Feng (34, vencedora del Abierto Británico en 2012).
Pero para poder conseguir más golfistas de nivel, primero tiene que mejorar la formación, aquejada por la falta de entrenadores calificados, como en muchos de los deportes que no optan a medalla olímpica cada cuatrienio.
La construcción racionalizada de nuevos campos de golf en terrenos abandonados es considerada otro factor esencial para el perfeccionamiento de la industria y para alejarse de la imagen de especulación asociada al desarrollo de viviendas en las inmediaciones como símbolo de estatus social.
Los campos contribuyen a aumentar el valor de bienes raíces circundantes, pero a su vez pecan de causar problemas medioambientales como el uso excesivo de agua y protagonizan la confiscación ilegal de tierras de aldeanos según el gobierno.
Igualmente, el margen de desarrollo en el sector permite trabajar en la integración de una industria del golf en el país aún por explotar, desde la manufactura hasta el turismo.