Lisboa, Amanece en Lisboa y un millón y medio de chicos y chicas se van despertando lentamente, algunos ni han dormido, en el inmenso parque Tejo, donde han pasado la noche en una acampada multitudinaria para estar con el papa Francisco en la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y prepararse para la misa de hoy.
Las 100 hectáreas del parque Tejo, casi como 150 campos de fútbol, se han convertido en una extensión sin fin de colchonetas, esterillas, lonas, mantas y mochilas repletas de bocadillos, galletas y zumos para matar el hambre en todas estas horas.
Algunos están tan lejos que no han podido ni ver al papa, pero «no pasa nada», lo importante es estar y contar que se estuvo aquí junto con un millón y medio de jóvenes procedentes de 151 países.
«Buenos días, peregrinos», resuena en los altavoces en varios idiomas animándolos a despertarse e ir recogiendo todos sus enseres para seguir la misa. A algunos les cuesta ponerse en marcha y se dan la media vuelta en sus sacos de dormir. Cuando el papa Francisco llegó con el papamóvil, algunos chicos aún seguían recogiendo sus colchonetas y después de una noche muy larga en la casi no han dormido y otros explican que han sentido «un poco de frío».
Pero la mayoría están ya en pie, activos y entusiastas, porque les han dicho que en unos minutos llega el papa a saludarles con el papamóvil. Todos tienen la misma pregunta al policía que vigila que nadie se salga a los pasillos de la explanada: ¿Pasará por aquí?
Ana, Marta y Lucia, de Sevilla (sur español) aseguran que no están cansadas y que han pasado la noche rezando, cantando, bailando y jugando a las cartas con un grupo de italianos porque lo mejor de su primera JMJ es sobre todo el poder estar «con otras personas de otras nacionalidades y otras culturas». Están emocionadas y para nada se esperaban «toda esta gente».
Martina, de Argentina, está entusiasmada: «Pasamos la noche aquí bajo este cielo hermoso, esta luna. Es una experiencia muy linda. Tenía muchas expectativas porque era mi primera JMJ pero la verdad que ha superado todas. Estar con toda esta gente de otros países, cerca del papa Francisco es un alegría inexplicable y única». Para Marta, de Guatelama, esta es su tercera JMJ después de Cracovia y Panamá, pero asegura que «esta JMJ de Lisboa ha sido muy especial debido a la gran cantidad de gente que ha venido».
Rocio, Lucia, Ceci y todas sus amigas llegadas de Asturias y Valladolid, (norte español) reconocen:»Dormir poco» y sí que están un pelín cansadas pero explican que en cuanto el papa pase por delante «se van a venir arriba». No se esperan nada de esto y comentan que lo mejor es poder conocer a gente de tantos otros países.
Aún adormilados, y muy bien equipados con tiendas de campaña y colchones, un grupo enorme de jóvenes de Corea del Sur desconocen que se llevarán una alegría al final de la misa: la próxima JMJ será en su país.
por Cristina Cabrejas