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jueves , 2 mayo , 2024

Los voluntarios de Odesa aúnan fuerzas en apoyo de sus soldados y de su propia autoestima

Odesa (Ucrania), Voluntarios de varias generaciones trabajan juntos en Odesa para combinar el apoyo al Ejército y las iniciativas medioambientales, unidos en la convicción de que «todo parece un poco más fácil cuando haces cuanto está en tu mano para ayudar».

Urbanistas de la ONG Ciudad Futura, con sede en es ciudad portuaria ucraniana de Odesa, han recogido más de 15 toneladas de tapones de botellas de plástico con su proyecto de reciclaje «El plástico salva vidas». Cientos de ucranianos, empresas y organizaciones contribuyen desde Odesa o enviándolos por correo desde otros lugares de Ucrania.

Los proyectos medioambientales siempre han estado en el centro del trabajo de la ONG, pero la motivación ahora es muy alta, ya que todos los beneficios de la iniciativa se destinan a la compra de ambulancias y drones para el Ejército ucraniano, explica a EFE su gerente, Vladyslav Mykhailenko, de 28 años.

Aunque afirma que sólo representa alrededor del 1 % de la cantidad de tapones de plástico producidos en Ucrania, en su oficina pueden verse por todas partes montañas de sacos llenos, que en algunos casos llegan hasta el techo. Algo así sería impensable, si no fuera por el equipo de voluntarios que trabaja cada día para filtrar los tapones recogidos, eliminar los que no sirven y garantizar su alta calidad antes de venderlos a un empresario local que los recicla.

«Requiere esfuerzo y paciencia», explica a EFE Natalia Surotsevsa, jefa del grupo de voluntarios Danko, mientras sus manos danzan hasta clasificar los distintos tipos de plástico en sus correspondientes contenedores. Raisa, de 69 años y también parte del grupo, recuerda cómo todas trabajaron sin pausa para clasificar los tapones recogidos mientras se daban prisa en recaudar fondos para una ambulancia para la primera línea de combate. «Lloramos, reímos», explica, recordando algo que se convirtió en una especie de terapia para las mujeres. Su hija Inna la acompaña en la pequeña habitación.

SENTIRSE VIVAS Y ÚTILES
Tras el comienzo de la invasión rusa, se sintió completamente vacía y desorientada, recuerda. «Cuando nos encontramos en este centro, volvimos a sentirnos capacitadas. Somos útiles, podemos ayudar a nuestros soldados, en lugar de temblar de ansiedad en nuestras casas», explica a EFE mientras teje una red de camuflaje para un soldado.

«Nos sentimos vivas de nuevo», coincide Nina Vasylivna, de 84 años, quien como tantos otros tuvo que dejar su casa en Mykolaiv, bombardeada intensamente por Rusia desde el comienzo de la invasión. «Vengo aquí todos los días. Aunque me suba la tensión o me duela la cabeza, aquí se me pasa», subraya.

Vasylivna era una de las mujeres que pidieron bolsas de fibra de repuesto en una tienda y empezaron a desenredarlas para preparar hilos, necesarios para la fabricación de redes de camuflaje, mientras estaban sentadas en los bancos del patio cercano.
Fue en ese lugar donde las vio Natalia Surovtseva y las invitó a pasar a la oficina, donde ella misma había entrado en contacto antes con la ONG.

«Lo que hacemos es cuidar de nuestros soldados en primera línea. El estado les proporciona todo lo que necesitan. Pero aún hay miles de cosas, como mantas calientes, velas o comida, que pueden hacerles la vida mucho más fácil en las trincheras», explica Natalia.

Cada vez que hay un retraso o una laguna en la logística estatal, los voluntarios intervienen para paliarlos, a veces trabajando en proyectos bastante grandes. «Hay que tratar de cumplir cada solicitud, aunque al principio no tengas ni idea de cómo», dice Natalia.
Los voluntarios dependen totalmente de las donaciones. La sala también está llena de artículos diversos, hechos a mano por los voluntarios, que se venden para recaudar fondos.
Mientras Natalia habla, llama a la ventana un joven cargado con material necesario para las redes de camuflaje.

Es nuestra «ventana de oportunidades», dice bromeando. «La gente acude a cualquier hora y nos pide que aceptemos lo que nos traen para los soldados». «Queremos ayudarles, queremos que todos vuelvan a casa vivos y con buena salud», dice Inna, su hija, con la voz temblorosa. «Ahora todos somos como una gran familia en Ucrania. Esperamos y rezamos para que la victoria llegue cuanto antes», añade.
Rostyslav Averchuk

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