Santo Domingo, A punto de cumplir 30 años, el medallista olímpico cubano Rafael Alba compite en taekwondo como quien salta obstáculos; cuando rebasa uno, le aparece uno más elevado y después otro más alto, mas no se rinde. «Lo tengo todo en contra. Este año no he competido en ningún lado y eso me costó bajar el ránking mundial. La cosa para los Juegos Olímpicos de París está complicada», aseguró este jueves a Efe el campeón de +80 kilos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
En una pelea de elevado nivel contra el triple medallista mundial mexicano Carlos Sansores, el caribeño se vio obligado a ir de menos a más. Después de perder el primer asalto, ganó el segundo y aunque el tercero terminó empatado, se adjudicó el oro por menos penalizaciones.
«Es bueno tener un rival como él; demuestra que en el área hay calidad y que la imagen de Centroamérica y el Caribe en taekwondo no es la de antes porque hay una evolución. En Cuba hay deportes que se quedaron atrás, por el nivel económico y por el sistema de clasificación que nos perjudica porque es mediante competencias que puntúan en el ránking», afirmó.
Es un elástico mulato de más de dos metros, con técnica y velocidad; fue campeón mundial en Puebla 2013 y Manchester 2019, pero desde entonces las cosas cambiaron. Hoy Alba se entrena contra él mismo, como si fuera un competidor de poomsae, la modalidad del taekwondo en la que uno enfrenta a un contrario imaginario. «La imagen se asemeja a mi realidad, sin compañero para entrenarme en Cuba. Sólo me queda superarme a mi mismo», acepta.
Medallista de bronce en Tokio 2020, campeón de los Panamericanos de Toronto en el 2015 y subcampeón en Lima 2019, Alba, originario de Santiago de Cuba, es uno de los deportistas más triunfadores de Cuba en este siglo, pero sigue con hambre de triunfos.
«Tengo la motivación de dejar un legado para que venga alguien mañana y lo supere. Es lo que uno puede dejar en vida, un legado; yo soy flexible de manera natural, aunque mi flexibilidad es inversamente proporcional a mi fuerza, la cual debo trabajar porque mis competidores pesan más», reconoce.
Además de competir con obstáculos, como peleador el cubano cumple una carrera contrarreloj. Por no participar en competencias internacionales, ya anda por el lugar 17 de la clasificación mundial y tiene poco tiempo para ganarse el lugar a los Olímpicos.
Si fuera poco, a los 30 años le cuesta más recuperarse de los entrenamientos y sólo con voluntad por ahora lleva ventaja en el pulso contra el tiempo, ese rival que tarde o temprano pone de rodillas a todos los humanos.
«El almanaque no perdona, lo sé y no seré la excepción, pero intento mantener una forma física cercana al 2013 y al 2015. Cuesta trabajo porque el taekwondo cambió, entró el sistema electrónico y hubo que cambiar los entrenamientos», explica. Que Alba haya le haya ganado al subcampeón del mundo sin haber tenido combates internacionales antes de llegar a Santo Domingo es una muestra de que si invierten en él en los próximos 13 meses, será una carta fuerte de Cuba en París 2024, pero no se ven señales de que eso pueda suceder. «Sólo queda luchar», dice, convencido de que si bien su taekwondo es con obstáculos, a él sólo le queda superarlos.
