Nueva norma europea contra deforestación
Río de Janeiro, .- El acuerdo provisional que prohibirá a los países de la Unión Europea (UE) la importación de productos provenientes de áreas deforestadas empezó a levantar ampollas en Brasil, donde es visto como una decisión unilateral que busca levantar barreras comerciales.
Siete productos (aceite de palma, ganado, soja, café, cacao, madera y caucho) y derivados como la carne de res, muebles, papel o chocolate, no podrán ser comercializados en Europa si están vinculados con acciones de deforestación, ya sean ilegales o legales.
La medida, aprobada esta semana por el Parlamento, la Comisión y el Consejo europeos, especifica que la prohibición será para los productos que provengan de áreas que fueron devastadas después del 31 de diciembre de 2020.
Aunque las empresas tendrán entre 18 meses y dos años para ajustarse a la norma, después de que esta entre en vigor, expertos y empresarios del sector consultados por EFE ya la ven como una traba que puede afectar las exportaciones de Brasil.
INTERESES COMERCIALES
Para que operadores brasileños puedan comercializar esos productos en la UE tendrá que comprobarse el origen de los mismos mediante información geográfica precisa sobre las tierras donde se han cultivado. «Eso va aumentar el costo para exportar y por ende se van a afectar las exportaciones brasileñas», dijo a EFE Roberto Rodrigues, coordinador del centro de estudios del agronegocio de la Fundación Getulio Vargas (FGVAgro) y exministro de Agricultura entre 2003 y 2006, en el primer Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
Para el experto, el objetivo «explícito» de la medida no es defender el medio ambiente sino «reducir las importaciones de países tropicales» como Brasil y está «muy claro» que hay «intereses comerciales ocultos». «Brasil tiene una legislación ambiental muy rigurosa, especialmente con el Código Forestal, pero permite la deforestación legal y esa decisión europea no la acepta. Ahí hay una interferencia con la legislación nacional», enfatizó.
En el mismo sentido se pronunció el director general del Consejo de Exportadores de café de Brasil (Cecafé), Marcos Matos, quien señaló que la norma impone «desafíos», porque Brasil tiene sus propias leyes y hay «algún recelo sobre la forma como eso se va a viabilizar». Brasil, principal productor de café del mundo, exportó en los primeros diez meses del año 32,3 millones de sacos (de 60 kilos), que representaron ingresos récord por 7.605 millones de dólares, buena parte provenientes de ventas a Alemania, Italia y Bélgica que están entre los cinco principales compradores de grano.
«Necesitamos que los europeos reconozcan y valoren todas las acciones que hemos desarrollado para que la nueva legislación fortalezca las iniciativas y no para que sea una ley unilateral con intentos geopolíticos desafiantes que imponen barreras comerciales», aseguró.
LA SOJA CREE QUE NO SERÁ IMPACTADA
El sector de la soja brasileña no sufrirá con la nueva medida, según explicó Sérgio Mendes, director general de la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales (ANEC), por la «estricta» trazabilidad que se realiza al cereal desde 2006, cuando se firmó una moratoria para no comercializar soja producida en la Amazonia.
«Si existe un sector que está bien protegido para comprobar que lo que se compra no proviene de la deforestación, ese es el nuestro, puedo garantizarlo», indicó.
Según Mendes, hay una inspección continua por parte de ONG como Greenpeace, WWF e Imaflora, así como una auditoría cada seis meses, controles que, según el ejecutivo, han sido destacados hasta por la Universidad de Oxford.
«Si hubiera alguna cosa en que no se hubiera cumplido seriamente esas organizaciones ya habrían desistido porque estarían comprometiendo su propio nombre», dijo.
Mendes también se opuso a que la norma incluya las áreas legales de devastación porque considera que eso va contra la ley brasileña.
No obstante, aclaró que legislación brasileña sobre deforestación es más leve en biomas como el Cerrado, nombre de la sabana del centro del país, donde se cuenta con más espacio para el cultivo que, según recalcó, ha permitido a Brasil «alimentar al mundo».
Según un estudio de la iniciativa Mapbiomas, Brasil perdió 16.557 kilómetros cuadrados de vegetación nativa en 2021 y de los seis ecosistemas que hay en el país, la Amazonía (59 %) y el Cerrado (30 %) fueron los más afectados.
María Angélica Troncoso