Santiago de Chile.-El fanatismo a veces es capaz de lograr todo. Incluso puede congregar a 50 mil jovencitas en un sólo lugar con todo lo que eso implica: Padres que se toman el día libre, por ende hijas que no van a clases, largas horas de espera bajo el sol, pasar hambre y frío, entre muchos otros sacrificios. Pero cuando se tiene al ídolo que genera todo esto, ningún sacrificio está demás y al parecer así lo entienden las “beliebers” chilenas.
Y es que lo de Justin Bieber en Chile sobrepasó toda prueba de fidelidad entre sus fanáticas. Lo esperaron en el hotel y en el estadio, además de soportar el intenso calor que azotó a la capital el 12 de noviembre. Nada de eso importó, al contrario, lo hacían como si fuese una prueba a su casi religiosa devoción.
Las hordas de seguidoras llegaban al recinto ñuñoíno con tenidas similares y esto las hacía ver casi uniformadas. El patrón de una “belieber “a la usanza hip-hop. Ese era el panorama a eso de las 6 pm horas. Y faltaba otro condimento: Los desmayos al por mayor, quizás producto de la adrenalina o del cansancio.
En el plano netamente musical, el espectáculo contó con dos bandas telonera de similares características en varios aspectos, pero por sobretodo en la parte melódica. “Owl City” y Carly Jae Rapsen y entregaron tibios shows, pero que fueron bien recibidos por la multitud. que curiosamente pareciera tener la misma edad que la oleada de adolescentes presentes en el estadio. Cumplió.
La espera ya se hacía eterna. Cada vez que aparecía un técnico del staff de Justin Bieber el griterío era ensordecedor generado por la adrenalina que buscaba explotar por todos lados. Hasta que al fin apareció un conteo en las cuatro pantallas gigantes y la energía del lugar encontró su punto de ebullición.
Ahí, en el escenario del Nacional, apareció Justin Bieber flanqueado por sus músicos y su cuerpo de baile. “All Around the World” daba inicio a la segunda presentación en Chile. Locura total en el estadio.
Mucho diálogo con el público y mucho apoyo en elementos audiovisuales son complementarios a una voz que, hay que decirlo, no es precisamente virtuosa, tampoco es un desastre, pero no es la principal virtud de Justin Bieber. Si lo es su dominio del escenario y el perfecto libreto con que se desenvuelve, como por ejemplo, para subir a la tarima a una chica de nombre Romina, quien abraza y evidentemente se siente la representante de todas las chilenas.
En resumen, fue una jornada en donde algunos elementos tradicionales del pop se hicieron presentes. Mucha histeria, centenares de personas que se desmayaron y fanatismo a toda prueba. Es por eso que este tipo de artistas merecen el calificativo de “fénomeno” y ante eso, no hay ningún análisis posible.
