SEVERO RIVERA.
Desahogo
SANTO DOMINGO. Un país que que esté apagado en pleno siglo 21 no puede avanzar. Gobiernos van y vienen, pero la «problemática» de los apagones sigue siendo un «dolor de cabeza» para ellos.
Esta sociedad está condenada a seguir en medio de la pobreza. Siempre he sido una persona optimista, siempre he apostado a eso, pero llega un momento en el que uno se desploma y el pesimismo nos toca ante la infeficacia de quienes nos dirigen.
Alardeamos de que somos un país que los tiene todo para atraer a los turistas. Que contamos con un «desarrollo tecnológico» por encima de muchos países vecinos, pero no tenemos resuelto una situación de vital importancia para el desarrollo de una nación: la garantía de que la gente recibe energía electrica.
Los gerentes que hemos tenido, han fracasado todos. A quienes les fue muy bien fue a los que hicieron el negocio de la capitalización de la Corporación Estatal de Electricidad y los labistas. Esa gente está muy bien, mientras la población, de todos los estratos sociales tiene que vivir en penumbras.
Ya no existen circuitos privilgediados de «24 horas». Eso se fue a pique, no así el alto costo que tenemos que pagar cada mes por energía no recibida. Es una mafia que tiene como principal cómplice a las autoridades, los que supuestamente deben defender los interess de la población.
Seguiremos siendo un país pobre, muy pobre. El clientelismo y la pésima administración de la cosa pública velará porque así sea.
¿Qué turista se anima a visitar un país apagado, en el que la delincuencia hace lo que le da la gana?. Ahora hemos sido declarados como capitalidad cultural. Como le ven, ¿se motivaran los turistas a venir a ver los atractivos que tenemos?
El señor Celso Marranzini, que tantas críticas hizo anteriores «gerentes» en la CDEEE no ha podido dar una explicación que satisfaga a la población ante el descalabro energético que ha tocado hasta el Palacio Nacional. El pueblo está al grito, pues en los barrios marginados ahora llega menos energía eléctrica, siendo la oscuridad la cómplice perfecta para que asaltantes, violadores y ladrones «trabajen» a sus anchas.
El siglo 21 llegó, pero seguimos siendo una isla atrapada por las mentiras, la mala gerencia. Seguiremos a oscuras, mientras los funcionarios resuelven los probemas con declaraciones poco sinceras. Ya basta de seguir cogiendo de pendejo a la población.
