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martes , 7 mayo , 2024

Una ópera con toque español reclama justicia para las víctimas de la minería en África

Ginebra, (EFE).- Los derechos humanos y el bel canto se dan la mano en «Justice», ópera estrenada mundialmente esta semana en Ginebra, con música del compositor español Héctor Parra y un ambicioso objetivo, el de sacar del olvido una tragedia causada por las multinacionales que expolian las materias primas en África.

Dirigida por el dramaturgo suizo Milos Rau, la obra, atrevida e innovadora, se inspira en un hecho real, el accidente en 2019 de un camión que transportaba ácido sulfúrico para la mina de Mutanda, la mayor de cobalto del mundo y explotada por la multinaciónal suiza Glencore.

El camión, al colisionar con un autobús, vertió su peligrosa mercancía en un mercado de la pequeña localidad congoleña de Kabwe, en la República Democrática del Congo (RDC) causando la muerte de 21 personas, muchas de ellas niños, e hiriendo gravemente a otras siete.

El libreto, obra del escritor congoleño Fiston Mwanza Mujila, sitúa la historia un lustro después, en el actual 2024, cuando un idealista directivo de la multinacional visita la zona afectada para presidir la inauguración de una escuela local pagada por la firma a modo de compensación por el siniestro.

En la obra, los años pasados y buenos deseos del directivo no calman el dolor por las víctimas del accidente y sus familiares, que siguen clamando por justicia después de que se les indemnizara con apenas mil dólares por cada pariente fallecido, 250 si había sido un niño.

 

Rescate del olvido

«Es la historia de otro accidente olvidado por los medios, como miles de otros en el mundo industrializado», relató Rau en la rueda de prensa de presentación de la ópera, que yuxtapone elementos de ficción, incluso fantástica en forma de aparición de fantasmas de las víctimas, con otros más propios de un documental.

Mientras la ópera se desarrolla sobre el escenario, proyecciones al fondo muestran imágenes del accidente real de 2019, algunas de ellas extremadamente duras, así como de las víctimas que aún siguen reclamando una indemnización digna.

«Es un relato que de una manera o de otra afecta a todos los congoleses, en un país que tiene oro, cobre, diamantes, toda suerte de riquezas, pero que no benefician en absoluto a un país que vive envuelto en una guerra de baja intensidad», relató el autor del libreto.

Mwanza Mujila confesó que se sintió personalmente muy vinculado a la historia, al ser hijo y nieto de personas que emigraron del norte al sur de la RDC, a las ricas minas de la antigua región de Katanga, ahora dividida en cuatro provincias.

Igualmente implicado en la historia es el contratenor Serge Kolwezi, nacido muy cerca de la localidad donde ocurrió el siniestro, y que encarna a un hombre que perdió las dos piernas en él (en plena ópera se muestra un encuentro real entre ambos).

El tenor estadounidense Peter Tantsits se pone en la piel del director de la multinacional que visita el pueblo, donde es recibido por un sacerdote encarnado por el laureado barítono jamaicano Willard White.

Una de las actuaciones más aplaudidas en el estreno, en todo caso, fue la de la mezzosoprano serbia Katarina Bradic, encargada del complicado rol de conductora del camión accidentado, borracha durante el siniestro y aún alcoholizada años después.

 

Ginebra, ciudad de contradicciones

El elenco de esta rompedora ópera quiere sin duda golpear las conciencias en Ginebra, capital oficiosa mundial de los derechos humanos pero también centro de negocios de las grandes multinacionales de las materias primas, muchas de ellas con explotaciones en África donde los abusos están a la orden del día.

Parra y Rau visitaron en noviembre Kabwe para conocer a las víctimas reales que habían inspirado la ópera, y paralelamente a su representación se ha organizado una campaña de recogida de fondos para ayudar en la defensa legal de quienes más perdieron en el accidente.

Parra destacó que para la composición musical estudió los ritmos de la región congoleña, aunque señaló que lo que realmente le impactó a la hora de componer fue «escuchar la voz de víctimas reales, por ejemplo la de una madre que ha perdido a sus hijos».

La octava ópera del compositor español, autor de otras como «Les Bienveillantes», descansa principalmente en instrumentos clásicos, aunque se inicia con los aires africanos del guitarrista de jazz congoleño Kojack Kossakamvwe y en otros momentos de la obra incluye sonidos de marimbas.

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