«Valorando la situación sobre el terreno, en el frente, se puede afirmar con seguridad que nuestras tropas tienen la iniciativa. En resumen, hacemos lo que consideramos necesario, hacemos lo que queremos», dijo Putin durante un acto transmitido en directo por la televisión pública.
Destacó que el Ejército ucraniano «sufre grandes pérdidas y en gran medida han agotado sus reservas al intentar demostrar a sus auténticos amos alguna clase de resultado en su tan publicitada contraofensiva».
«Por cierto, el mito sobre la invulnerabilidad de los equipos militares occidentales también se derrumbó», dijo.
Putin, quien la pasada semana aseguró que Rusia no tiene interés en combatir con la OTAN, aseguró hoy que «Occidente no renuncia a su estrategia de contención de Rusia y tampoco a sus agresivos objetivos en Ucrania».
«Pues, nosotros tampoco tenemos intención de renunciar a los objetivos de la operación militar especial», añadió.
Admitió que «2023 había sido un año tenso para las Fuerzas Armadas», pero que sus oficiales y soldados habían cumplido «profesionalmente» su misión y «garantizaron la soberanía del país a nivel global, la paridad nuclear y la seguridad estratégica de Rusia».
El líder ruso acusó a Occidente de continuar su «guerra híbrida» contra el Kremlin al suministrar a Kiev con información de inteligencia «en tiempo real» y armamento moderno, desde lanzaderas de misiles, misiles de largo alcance, munición de racimo y drones.
«Y, como bien sabemos, planea entregar a Ucrania los cazas F-16 y la preparación de los pilotos ya está en marcha», afirmó.
También aseguró que las potencias occidentales siempre apostaron por los ultranacionalistas en Ucrania, aunque se tratara de antiguos nazis, e insistió en que, por ese motivo, si Moscú no hubiera intervenido en la anexionada península de Crimea, hubiera tenido lugar una «matanza».
En respuesta, la industria militar rusa también multiplicó su producción, de forma que este año se triplicó el suministro de tanques y blindados al Ejército ruso.