En la corrida de este sábado el también mexicano Diego San Román no obtuvo premio.
Los toros de Begoña bien presentados en general y juego desigual.
Los de Marrón sin trapío ni fuerzas, en una Plaza de Toros el Carmen que registró un lleno.
Desde que se partió plaza se pudo comprobar la presencia de seguidores de Pablo Hermoso de Mendoza e Isaac Fonseca.
Los dos matadores lograron cortar orejas gracias a la poca exigencia de parte de los tendidos y la complicidad del juez de plaza.
En el caso de Fonseca, no importó que se amedrentase ante la seriedad del Begoña al que desorejó.
En el apéndice para Pablo Hermoso de Mendoza, debió el caballero escuchar reproches por la pobre presentación del animal.
La monta, confiada de Pablo Hermoso, mezcló destreza con abruptos encontronazos.
En el cambio de montura, unos lances envolviendo al de Begoña, con el costado del equino, destacaron de la comparecencia del navarro.
Adornó sin alardes, pero mucho oficio. Se precipitó con el rejón de muerte, pero afinó con el descabello y obtuvo una oreja protestada.
Antes, el rejoneador, con el abre plaza, se dejó llegar mucho por el bovino. El animal reunía la casta justa para apretar, apenas, y laceró sin filo la montura del jinete.
El español se mostró relajado en todas las suertes. Facilitó su calma la escasez de fuerzas del ejemplar.
Feo final de fallos. A los aceros desde las alturas respondía, él desfondando, impasiblemente mientras era ensartado.
Hubo el jinete de descabellar varias veces para concluir.
La puerta grande la abrió Isaac Fonseca con el cierra plaza. Un colorado de mucha carrocería.
El joven espada lo envió dos veces al peto. Allí, la res brava recibió varios puyazos por visita.
El toro seguía la muleta con celo. Isaac Fonseca trasteó largamente antes de pretender mandar y ligar.
Lo hizo sin convencimiento. Las dimensiones del astado se impusieron y el diestro se limitó a poner la muleta en paralelo y correr.
Quiso embellecer su labor postrera interpretando molinetes y pases de pecho desabridos.
Mató al primer intento y le fueron otorgadas dos orejas sin valor alguno.
Para Isaac Fonseca, saltó en tercer turno una res sin trapío ni fuerza.
A pesar de una puya leve, trotó pesadamente por el albero.
En otro momento de desatención de las cuadrillas, el manso arroyó a Fonseca.
Los seguidores del diestro tuvieron su dosis de tremendismo en el preámbulo de la faena de muleta.
Isaac incrementó la emotividad citando por la espalda.
Tras esto, fue dejando muletazos sueltos al paso. Al tiempo, pidió música, bailó y continuó dejando la muleta, descaradamente aliviado y sin quedarse quieto una sola vez por ambos pitones.
Después de dejar caído el acero acertó con la cruceta.
Tarde intrascendente de Diego San Román.
A su primero, lo recibió con medias verónicas. Era un Begoña correctamente presentado.
Éste acudió decidido, sin que nadie lo impidiese, de varilarguero a varilarguero. Salió mermado notoriamente.
Aun así no perdió el afán de embestidas y San Román lo lidió con acierto, primero humillando su acometer.
Luego, ligando dos tandas en un palmo de terreno del centro del ruedo. Lo único reseñable del encierro.
No duró más su contrincante complicándose la lidia por la falta de recorrido.
El espada cubrió el expediente sin tomar riesgos innecesarios. Tampoco al estoquear y mató al tercer intento.
Hubo quejas de algunos aficionados por el pasaje en el tercio de varas.
Luego el queretano enfrentó un manso que se destendió de la muleta.
