Quito, Melendi encandiló este viernes al repasar algunos de sus éxitos más conocidos dentro del segundo de sus tres conciertos en Ecuador, donde llenó el coliseo General Rumiñahui de Quito como parte de su gira «Likes y cicatrices». Tras haber actuado en Guayaquil y antes de hacer lo propio en Cuenca, el cantautor español demostró a sus 44 años el alcance que tiene también en países de Latinoamérica su prolija trayectoria musical al congregar a unas 15.000 personas en la capital ecuatoriana.
Durante las dos horas de su espectáculo lleno de intensidad, el asturiano puso a bailar a sus seguidores de Ecuador con una exhibición de su versatilidad, con momentos de mucha rumba pero también con su lado más romántico, en el que hubo hasta una petición de matrimonio.
Melendi salió al escenario al ritmo de «Likes y cicatrices» y recordó que de pequeño no buscaba ser cantante sino futbolista, pero que su “melodiosa y hermosa voz” lo llevaron a estar este viernes encima del escenario quiteño, antes de seguir con “Yo de Elvis y tú de Marilyn” y “De pequeño era el coco”.
Su tema “Mírame” hizo que el coliseo se iluminase con la linterna de los teléfonos móviles que se movían al son de la música y hasta lágrimas se derramaron con «Sin remitente”, una canción donde el artista se despide su niño interior. “Desde que estamos juntos” fue una de las canciones más esperadas de la noche, «Fotos” mantuvo la alegría en las gradas, pero “Tu jardín con enanitos” y “Bajo la lluvia” fueron las canciones que el público gritó con mayor fuerza.
Melendi recibió la bandera tricolor de Ecuador y la colocó con gran aprecio en el pedestal de su micrófono, mientras recordaba que durante sus 25 años de trayectoria, Ecuador ha sido parte de su casa. Después de una hora y media de canto puso el ritmo de “Cenizas en la eternidad” y prosiguió con “Déjala que baile” una canción con protesta a favor de las mujeres y sus libertades que dedicó a sus tres hijas.
“La promesa” fue el clásico más importante de su repertorio, marcado por una petición de matrimonio en las primeras filas, por la que el cantante detuvo incluso su interpretación para dedicársela a los recién comprometidos. El asturiano puso todo de sí para estar a la altura de los 2.800 metros sobre el nivel del mar de Quito, lo que le obligaba a hacer algunas pausas para tomar aire. “Es jodido respirar aquí, para ustedes no porque están acostumbrados”, aseguró.
Para la despedida entonó “Canción de amor caducada”, uno de los temas más aclamados del artista ibérico y con aplausos volvió al escenario para rematar la actuación con “Cheque al portamor” y “Lágrimas desordenadas”.
