Naciones Unidas, .- El Gobierno de Mali se mostró este viernes reacio a aumentar el tamaño y las capacidades de la misión de la ONU en el país (Minusma), sometida a importantes restricciones operativas en los últimos meses por parte del Gobierno, en respuesta a un informe del secretario general de la ONU que así se lo pedía.
En un debate en el Consejo de Seguridad dedicado específicamente a la Minusma al que fue invitado el ministro de Exteriores maliense, Abdoulaye Diop, volvió a ponerse de manifiesto las dificultades que vive la misión de la ONU en ese país, cuyo Gobierno de facto se ha embarcado en un discurso nacionalista y de denuncia de las injerencias externas.
Diop dijo que aunque el secretario general pide aumentar número y capacidades de la Minusma «nosotros creemos que su principal reto es adaptar su mandato al nuevo entorno de seguridad, que requieren de su parte un cambio de doctrina y de las normas de combate», pero «lamentablemente» el informe del jefe de la ONU no recoge el punto de vista de su Gobierno.
Un informe previo del pasado 6 de enero detalló que en los tres meses anteriores, la Minusma no pudo llevar a cabo 237 misiones aéreas por falta de permiso de despegue (en realidad, silencio) del Gobierno maliense, además de otras restricciones a los movimientos terrestres, y que todo ello se tradujo en una incapacidad de los cascos azules de responder a necesidades de la población local.
Esta situación generó este viernes en el consejo numerosas críticas de los países occidentales -EEUU, Francia y Reino Unido a la cabeza- a la actitud del Gobierno de Bamako, mezcladas además con otras críticas por el despliegue de mercenarios rusos del Grupo Wagner (privado) y su implicación en atropellos a derechos humanos.
Al respecto, Diop dijo que su Gobierno, que nunca ha reconocido explícitamente la presencia de Wagner, «no tiene por qué seguir justificando la cooperación con Rusia», que se practica «con total respeto a las normas internacionales».
También se pronunció el representante ruso, Vasili Nebenzia, quien se quejó de las continuas menciones a su país pero subrayó que «a diferencia de otros, nosotros no nos inmiscuimos en asuntos internos, nuestra cooperación es bilateral y entendemos nuestros objetivos comunes. No nos extraña que otros países africanos se quejen de ciertas modalidades de cooperación», dijo en referencia apenas velada al creciente sentimiento antifrancés en África.
La Minusma es actualmente la misión más peligrosa de las que tiene desplegadas la ONU: en sus 10 años de despliegue en Mali, ha perdido 165 agentes y 687 han quedado heridos, en ataques casi siempre perpetrados por grupos de obediencia yihadista.
Cuatro países de los que aportan fuerzas a la Minusma han anunciado que dejarán de hacerlo entre 2022 y 2024, lo que va a suponer la pérdida de 2.250 agentes para los que la ONU todavía no tiene repuesto ni, por lo que parece, tampoco el visto bueno del Gobierno de Bamako.
En la sesión de este viernes quedó claro que las críticas al Gobierno maliense procedían exclusivamente de los países occidentales y sus aliados, pero los tres países africanos del consejo -Ghana, Gabón y Mozambique- omitieron toda referencia crítica a Bamako, limitándose a formular deseos genéricos de una mejor relación de las autoridades malienses con la ONU.
