Berlín,- El realizador español Lois Patiño regresa a la Berlinale con su corto «El sembrador de estrellas», una experiencia hipnótica a partir del parpadeo lumínico del universo nocturno de Tokio, regado de aforismos pronunciados en japonés.
En entrevista con Efe, Patiño explica que lo que le interesaba por una lado era «esa experiencia contemplativa, meditativa, casi zen, que se puede encontrar en una megalópolis como Tokio».
A priori «parece que tiene que resultar estresante, pero hay algo relajado y meditativo en el parpadeo lumínico, en el movimiento de los trenes de luz por el cielo», indica.
A nivel estético, el realizador trabaja desde la idea del vacío de las pinturas de paisaje zen, que normalmente borran la imagen a partir del blanco de la nieve o de la niebla, mientras él recurre al negro de la noche, precisa.
Le interesaba asimismo «transformar esas luces en una especie de cielo estrellado de firmamento», donde los trenes aparecen «como estrellas fugaces cruzando el cielo».
Parte del reto de la película fue introducir la palabra y lograr que convivan esa experiencia contemplativa -que en principio es silenciosa y está dada a la mirada y a las sensaciones, subraya- con «el poder de palabras, de frases muy contundentes».
Para ello utiliza muchos aforismos, sacados de diferentes autores, en un trabajo «casi de editor de texto», que luego hilvana con una pequeña narración de ficción que es una conversación entre una persona «que vamos entendiendo que acaba de fallecer» y otra, «que es una personificación de la muerte».
Tokio se convierte, entonces, en una especia de «limbo» que va atravesando estos dos personajes «hasta diluirse en el mas allá», apunta.
También el título del filme es «otro robo de una cita», en este caso de un poema de Antonio Machado: «Tal vez la mano, en sueños,/del sembrador de estrellas,/hizo sonar la música olvidada».
En el poema de Machado, el sembrador de estrellas se refiere a la musa de la inspiración que invade al poeta y la estrella que siembra es esa musa, esa inspiración, mientas que en su caso, lo vincula más a «una especia de eufemismo de la muerte», indica Patiño.
«El sembrador de estrellas es el que acompañaría hasta el más allá a la muerte», precisa.
El realizador presentó en 2020 su segundo largometraje «Lúa vermella» en la Berlinale, en la sección Forum, dedicada al cine experimental, e interpreta su regreso este año como un interés por parte del festival no sólo en las películas sino en apoyar su carrera.
«Esa idea de empezar a formar parte de la familia de la Berlinale me da mucha alegría», dice.
Volver ahora con un cortometraje, que para él constituye «la exploración de un lenguaje cinematográfico particular», es hacerlo con una «pieza de arte».
Patiño no comparte esa idea habitual del cortometraje como «campo de entrenamiento» para un largometraje; de los cortos le gusta precisamente «la capacidad de condensación de una idea potente» y «el poder plástico de la imagen».
El realizador, con «un pie en el arte contemporáneo y otro en el cine» que siempre ha ido compatibilizando, acudirá, después de su carrera por un Oso al mejor corto en la Berlinale, a una cita en la Feria Arco, donde estrenará una videoinstalación con piezas de madera sobre las que proyecta.
Además, debido a las limitaciones de movimiento por la pandemia del coronavirus, tiene mucho trabajo acumulado: dos largometrajes, el primero para rodar entre Laos y Zanzíbar y el segundo, en las Azores, así como un corto que filmará en Japón.
El segundo de estos largometrajes, «Ariel», es la continuación del corto con el que estuvo en 2021 en el Festival de Cannes, «Sycorax», codirigido por el cineasta argentino Matias Piñeiro, y girará en torno a «La tempestad» de Shakespeare, centrándose en el personaje del espíritu de la naturaleza.
«Siempre hemos ido en paralelo en nuestras carreras, así nos hicimos amigos», dice Patiño de Piñeiro.
Elena Garuz
