Severo Rivera
Santo Domingo. La sociedad dominicana no escapa a lo que acontece en el mundo en estos tiempos. A diario somos testigos de las más increíbles acciones que se impulsan en la farándula.
Gente que hace lo posible por dejarse sentir en las redes sociales porque su «talento» se le agotó y parecen un despojo humano viviente. El internet ha sido su tabla de salvación en medio de una sociedad que busca nuevos paradigmas. Para muchos, la «conversión al evangelio» es la gran oportunidad para mostrarse ante el público como mansos, mientras en la vida real, la historia sigue siendo la misma persona.
Hoy, por ejemplo vemos como se desarrolla en las redes sociales una campaña mediática para que el cantante urbano, Antonio Peter de la Rosa (Omega) sea liberado y que cumpla su medida de coerción que se le dictó por violencia de género y agresión sexual, la cual cumple en la cárcel de La Victoria. Quieren que la cumpla en la calle…
Ciertamente, el estado natural del ser humano es la libertad. Pero en el caso que nos ocupa, se trata de un individuo que predica y ejerce la violencia, no solo contra las mujeres. Ha protagonizado más de un incidente . Sus acciones lo han llevado a la justicia y ha sido apresado en más de una ocasión. A pesar de eso, se ha mantenido fiel a su «mambo violento».
Quieren que Omega sea favorecido con una variación de la medida. No dudo que consigan sus propósitos, así anda la autoridad en República Dominicana. Ya en una oportunidad se convirtió en cómplice de sus acciones al retirarse de un proceso y dejar que la acusación se fuera a pique, solo porque estaba pegado y sus temas ayudaban a la campaña del candidato a la presidencia de esa época.
Omega no aprendió, ni aprenderá la lección. Así nació, así crió y la violencia es su naturaleza. Pero es no lo entienden los que han iniciado la campaña, porque su agenda es el dinero caiga quien caiga, no importa de donde venga.
Su historial delictivo está ahí, pero la «civilización del espectáculo» ha iniciado un circo que procura sacarlo de la cárcel de donde nunca debió salir. Es cuestión de esperar lo que dirán los dueños del circo de RD.
