Por Teobaldo Durán
Santo Domingo. El embajador norteamericano Brewster, se refirió a la grave situación que afecta la República Dominicana a nivel de corrupción gubernamental. Varias personalidades se han referido en el sentido de que esos pronunciamientos constituyen una injerencia de un extranjero en los asuntos nacionales. Y es que de ser así, es oportuno ese señalamiento pues un embajador no puede estar ajeno a los asuntos que afectan al país donde ejerce sus funciones.
Haciendo acopio de las letras de nuestro himno nacional, ningún pueblo ser libre merece (nosotros muy especialmente), si es esclavo, INDOLENTE y servil.
Ser indolente es precisamente ver nuestra realidad y actuar desapercibido. Eso es lo que no ha hecho el embajador Brewster, quien no tiene nada de irresponsable, sino que llama la atención de los indiferentes para que reaccionemos ante tan difícil situación.
El autor es abogado
