POR JUAN TH
COLUMNISTA INVITADO.
La reelección del presidente es un asunto de vida o muerte para muchos.
Miles de millones de pesos serán utilizados para montar la más gigantesca campaña proselitista que el país haya conocido en su historia.
Un grupo cada vez mayor se empeña en convencer al presidente de la República de que sólo él garantiza la continuidad en el poder, que ningún otro ser humano dentro del partido y el gobierno puede ganar las elecciones del 2012.
(Domingo en la mañana, caminando por el Centro de los Héroes, un número atractivo y un billetero que insiste…)
La Constitución, nueva o vieja, nunca ha sido obstáculo para que los presidentes se reelijan. Ya se habla de cuanto puede costar comprar los votos que hacen falta entre los diputados del PRD. Se habla de escoger jueces para la Sala Constitucional y la Suprema comprometidos con la causa de la reelección.
El grupo –cada vez más grande- no escatimará recursos económicos, vengan de donde vengan, para empujar el proyecto, porque es mucho lo que está en juego. Tal vez demasiado.
Entre los que han expresado disposición de “buscar dinero donde haya que buscarlo” no sólo hay dirigentes políticos y funcionarios; también se cuentan contratistas de obras del Estado, abogados, periodistas, jueces y militares.
Las reuniones se realizan casi de manera pública para analizar los puntos fuertes y débiles del proyecto. En principio, de acuerdo con algunas fuentes, se informó que el presidente no estaba convencido de la viabilidad de lanzarse al ruedo electoral. Luego los promotores del plan dijeron que ya no había problema porque “la persona” dejaría la bola correr un tiempo para ver la reacción de la opinión pública y la sociedad civil.
A la mayoría de los que patrocinan el proyecto de continuidad en el poder del presidente los entiendo perfectamente. Su situación es muy delicada y hasta peligrosa. Cuando los veo en los periódicos o la televisión me los imagino detrás de unos barrotes…
Los reeleccionistas no parecen darse cuenta que el presidente de la República está agotado políticamente; que su imagen se deteriora a la velocidad del relámpago, que la gente se cansó de sus mentiras y promesas, de la corrupción y el saqueo, del crimen y la impunidad. Que su verborrea ya no convence. El encanto ha desaparecido. El dinero no podrá mantenerlo más tiempo en el poder como hasta ahora.
La gente sabe que reelegir al presidente es reelegir la corrupción y la impunidad. La gente ha visto como a pesar de todos los escándalos de corrupción a lo más altos niveles del gobierno, no hay un solo preso. El Departamento de Lucha contra la Corrupción tiene cientos de expedientes almacenados. La Cámara de Cuentas -¿o de cuentos?- ha revelado irregularidades en casi un centenar de instituciones públicas. Una buena parte de Los reeleccionistas tienen sus expedientes en esas instituciones. Otros saben que serán investigados tan pronto salgan del gobierno. Están asustados. Saben lo que les espera. Saben que el “borrón y cuenta nueva” terminará para siempre en el país. Es por eso que buscan la reelección.
La reelección es privilegio, impunidad y libertad para continuar acumulando fortuna a cambio de la pobreza de la inmensa mayoría de dominicanos. Pero no pasará. La reelección no pasará. No importa cuántos millones, ni cuanto poder tengan los reeleccionistas. ¡La reelección no pasará!
