SD. Los restos del compositor e investigador cultural Luis Días fueron enterrados ayer a ritmo de merengue, salves y palos en el cementerio Cristo Redentor.
Fue todo un acontecimiento en el que no faltó el resabio de una señora que lanzó dos tres palabras soeces porque no le permitían llegar al borde de la tumba.
Artistas, gente vinculada a la cultura de distintos puntos del país acompañaron ayer los restos del artista que falleció el pasado martes a consecuencia de varias complicaciones.
Los honores comenzaron a las 9 de la mañana de ayer cuando fue trasladado a la UASD. Posteriormente lo transportaron a la Secretaría de Estado de Cultura. El periplo siguió a la Sociedad de Autores, luego a Casa de Teatro y finalmente a la calle Beller No.7 de Ciudad Nueva, donde la lluvia no impidió que un grupo de artistas y amigos subieran a tarima para interpretar una que otra canción.
Allí cantaron Manuel Jiménez, Eneroliza, Kaky Vargas, José Duluc, Tony Almont, Pavel Núñez, entre otros.
Al concluir la actividad, a eso de las 4:30 de la tarde, el féretro fue trasladado al cementerio.
Allí, en medio de salves Guloyas, Palos, el Himno Nacional y a ritmo de «Baila en la calle», que entonó una banda de la Oficina de Desarrollo de la Cumunidad, fue despedido minutos antes de la 7 de la noche. Sus amigos estaban tristes, pero le dieron una despedida alegre, que rompió con lo tradicional. Un amigo roció dos botellas de ron Brugal alrededor del ataúd.
La tarja que se le hizo para identificar dice: «Le digo a la muerte, ay vénme a bucá, pa’que vea al hombre que se va a llevá».
Amigos y familiares pronunciaron discursos en los que resaltaron los aportes del artista que dejó el mundo a los 57 años.
