Córdoba, (EFE).- Aparece en el calendario cultural de Córdoba sin hacer ruido pero pocos eventos desatan más interés estético en las calles y centros expositivos de la ciudad que la Bienal de Fotografía, el decano de los festivales de fotografía de España que se presenta con el lema «Imágenes impuras».
La decimosexta edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba arranca este fin de semana y promete hacer reflexionar hasta el 19 de mayo sobre la promesa de originalidad, o falta de ella, en el mundo de la imagen, y en los tiempos en los que cada ciudadano lleva una cámara en el bolsillo.
Esta dinámica la resume el comisario de la muestra, Óscar Fernández, en dos palabras y un «leit motiv»: «Imágenes impuras».
Es el título escogido como hilo conductor de un evento que, según explica Fernández a Efe, este año contará en su Sección Oficial con cuatro exposiciones y con ocho en la Sección Paralela, así como con tres muestras invitadas y un buen puñado de actividades alternativas como conferencias, talleres o mesas redondas.
Un interesante programa expositivo, que aborda prácticamente todos los géneros de la imagen contemporánea, desde el fotoperiodismo al paisajismo, pasando por la fotografía de viajes o la publicidad, explica el comisario, que pone la lupa en que en la actualidad se da más importancia al uso de imágenes ya creadas que a la capacidad de crear imágenes de la nada.
Es el caso de la exposición «Malkovich, Malkovich, Malkovich», del publicista Sandro Miller, que reúne imágenes legendarias como el retrato de Irving Penn a Truman Capote, las fotos de Bert Stern a una sensual Marilyn Monroe o la famosa fotografía que Annie Leibovitz hizo a John Lennon y Yoko Ono con el matiz de que en todas sale el actor John Malkovich.
También recrea, en este caso la figuración y abstracción pictóricas, el fotógrafo Luis González Palma (Guatemala), que propone «un recorrido paralelo por la historia de la fotografía».
El Museo Pepe Espaliú acoge una de las muestras más interesante, una exposición con la que Javier Arce y el comisario Javier Orcaray ponen en práctica una serie de ejercicios de revitalización de la fotografía de Antonio Cavilla (Gibraltar 1867-Tánger 1908), fotógrafo comercial en Tánger desde la década de 1880.
La última muestra de la Sección Oficial es una panorámica de fotografías y una película de varios trabajos de Jordi Bernadó, ahora reubicadas y reagrupadas, y que fusionan los conceptos de cartografía, representación y puesta en escena a partir de la obra del pintor el pintor catalán Quimet Sabaté, aunque para verla habrá que esperar al 15 de abril.
La sección paralela ha sido coordinada por José Barranco y Manuel Lama, e integra ocho muestras de distintos autores y estilos, que van desde los «reflejos distópicos» de Cristina Galán a la recuperación de espacios obsoletos y su reconversión en instituciones culturales, a cargo de Jorge Conde.
También se expondrá el ambiente místico de peregrinaje, oración, recogimiento y melodía de Lalibela una pequeña localidad de la región de Amhara, en el norte de Etiopía (Carlos Grande); o la inmensidad del paisaje islandés (Luis Vioque).
Hueco para el fotoperiodismo, con la mirada de Diego Ibarra, quien ha retratado desde una óptica estremecedora el conflicto armado en Ucrania; o con la de la cordobesa Victoria Adame, que ha penetrado con su cámara en las entrañas del circo.
Fuera de estas dos secciones, la Bienal cuenta con varias muestras invitadas, como «100 fotografías para la Historia» o «En un instante Marruecos», organizada por Casa Árabe, PHotoESPAÑA y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. EFE
