Madrid,- Nicolás Giacobone, guionista de filmes de Alejandro G. Iñárritu como «Birdman» y «Biutiful», se desmarca del mexicano con su primera novela, «El cuaderno tachado», un thriller intelectual sobre un guionista secuestrado en un sótano por un director megalómano que le obliga a escribirle una obra maestra.
Giacobone (Buenos Aires, 1975) niega que se trate de un ajuste de cuentas, prefiere hablar de un «homenaje delirante y exagerado al acto tan extraño de la colaboración a la que te obliga el cine», e insiste en que su relación con Iñárritu es «excelente», aunque éste aún no ha leído la novela.
«Los años que colaboré con él me permitieron ver de cerca cómo debe ser un director que pretende cambiar la historia del cine, lo difícil que es eso y cuánto depende del ego y de la locura», señala en una entrevista con Efe durante una visita a Madrid.
«El cuaderno tachado» son las páginas que Pablo, el narrador y alter ego de Giacobone, escribe durante su cautiverio, un diario en el que cuenta todo lo que le está sucediendo y cómo sobrevive a base de Red Bull, revistas de Playboy y canciones de los Beatles.
Más allá de los personajes y sus relaciones, la novela, editada por Reservoir Books, es una exploración sobre el oficio de escribir y los mecanismos de la creatividad, con constantes comparaciones entre el cine y la literatura.
«La literatura, como yo la entiendo, es algo que funciona oración a oración, no hay una estructura preestablecida ni un camino claro, ni debe haberlo; lo que viene después del punto puede ser cualquier cosa, eso me parece muy interesante», explica.
«El guion es lo opuesto, hay mucho trabajo de estructura previo a escribir la primera palabra y hay que entender bien el valor de cada momento, de cada escena, dentro de la película», añade.
En su caso, afirma, siempre le ha interesado más la literatura, sus favoritos son Thomas Berger, Samuel Beckett o Faulkner, escritores que «utilizan la exageración para decir cosas que desde el realismo no podrían decir».
En 2003 el argentino escribió su primer corto, «Océano», y después Iñárritu se cruzó en su camino. Con él y para él -y junto a Armando Bo, que además es su primo- escribió los guiones de «Biutiful» (2010) y la oscarizada «Birdman» (2014).
«Los guiones los firmamos juntos, compartimos créditos, porque los pensamos juntos, pero ellos no son escritores», aclara. «El proceso consiste en que nos juntamos, hablamos, yo me voy, lo escribo, lo vemos juntos, lo corregimos y vuelta a empezar».
Precisamente la idea de partida de esta novela era la constatación de lo completamente opuestos que son el tipo de personalidad de un director y de un guionista.
«El escritor es una persona -al menos yo soy así- más pasiva, dudosa, que disfruta pasándose un mes en su casa en pijama, mientras que los directores son gente con una energía descomunal que no paran de moverse», describe.
Giacobone admite que todos los artistas tienen un ego gigante, pero en el caso de los directores, ese ego tiene que ser una herramienta para que todo un equipo haga lo que él quiere. «Dirigir es un acto extremo y extraño», sostiene.
«Es un tipo de personalidad que también encontré leyendo a Fellini, Haneke o Tarkovski», prosigue, «Fellini decía que dirigiendo se sentía como Cristóbal Colón liderando un barco en el cual todos los tripulantes lo único que quieren es dar la vuelta».
Sobre la posibilidad de que su novela pueda incomodar, lo considera parte del oficio. «Cuando escribes o aspiras a realizar cualquier obra de arte, si no pones los pies en un lugar de incomodidad, no vale la pena», afirma.
Giacobone también fue coproductor de la última película de Iñárritu, «El renacido», y ha vuelto a escribir para él una serie, «The One Percent», que de momento se ha quedado en el cajón «por motivos de producción».
Además, tienen un proyecto para un nuevo largometraje. «Aun está en pañales, pero si se logra va a ser un boom, es muy interesante». EFE
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