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domingo, septiembre 8, 2024
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El exterminio de la población indígena en la Isla de la Española (I)

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Dr. Gil Carpio Guerrero

Santo Domingo.  De acuerdo con los documentos y testimonios recogidos en la época, a la llegada de los españoles, en la isla de Haití, Quisqueya o Babeque, existía una población de entre 300,000 y 500,000 habitantes; aunque algunos autores como Gonzalo Fernández de Oviedo, que vivió para esa época en la isla, dice que el número de nativos superaba el millón, así como fray Bartolomé de Las Casas, el mayor defensor de los indígenas, que dice que pasaban de 500,000, otros como Frank Moya Pons calculan que el número de indígenas debía ser de 400,000, pero lo cierto es que para el año 1519, es decir, en menos de 30 años de haber iniciado la conquista, la población indígena de la isla se había reducido a cerca de 3,000 almas y unos 50 años más tarde, no quedaban aborígenes en la isla.

¿Cuáles fueron las causas que provocaron la desaparición de la población indígena?

Varios factores fueron determinantes en ese acontecimiento:

– Las matanzas perpetradas por los conquistadores, acompañadas del secuestro y venta como esclavos de miles de indigenas en Sevilla.

– El trabajo forzado a que fueron sometidos los indígenas a través de las encomiendas, lo cual conllevaba el traslado desde sus comunidades a las localidades donde se encontraban las minas de oro.

– El hambre a que fueron sometidos.

– Las enfermedades que trajeron consigo los conquistadores, para las cuales los nativos no tenían inmunidad ni remedios, especialmente las epidemias, y

– El suicidio y el aborto, provocados por el trato despiadado que recibían.

En primer lugar, nos encontramos con la codicia de los conquistadores y esa fiebre irrefrenable por el oro, empezando por el Almirante Cristóbal Colón, quien desde que pisó tierra en la isla de Guanahaní (las Bahamas), donde encontró gente sencilla, humilde, que le dio comida (casabe, pescado, agua limpia), y lo primero que preguntó o trató de que le dijeran fue por el oro: ¿hay oro? ¿dónde está el oro? (recordemos que el propósito del viaje a la India era encontrar oro, especias y sedas), y tanto en esa primera isla como en la de Cuba, donde estuvo antes de llegar a la de Quisqueya, le señalaron hacia el sureste, es decir hacia nuestra isla, donde encontraría mucho oro.

La base sobre la cual se apoyaron los conquistadores fue la bula inter caetera, instrumento legal que logró conseguir la Corona de Castilla con el papa Alejandro VI sobre las Indias. Esa soberanía sobre las Indias estaba condicionada a la misión de evangelización de los indígenas, protegiendo su libertad. Pero, ¿quién le dio al papa la potestad de otorgar a través de bulas la soberanía sobre territorios que no eran suyos? ¿Por qué había que evangelizar a los indígenas?

Esa bula papal inter caetera que otorgaba a la Corona de Castilla la soberanía de las tierras descubiertas y por descubrir con el pretexto de evangelizar a sus habitantes, fue la excusa perfecta que utilizaron los conquistadores para arrasar con toda su furia las islas del Caribe en busca de oro y de paso someter al exterminio a la población indígena, puesto que, como los indígenas no conocían la fe cristiana, no podían considerarse infieles; no se trata de una ignorancia culpable, y no puede, por tanto, ser perseguida por la guerra. Eduardo Galeano, casi cinco siglos después, nos refresca un poco la memoria de lo que pasó, con esta frase:

“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: Cierren los ojos y recen. Cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia”

La conquista del Caribe fue patrocinada por la Corona Española; luego de 16 años de haberse asentado en La Española; en 1508, por orden del gobernador de la isla, Ponce de León conquista Puerto Rico; Juan de Esquivel desembarca en Jamaica y se hace gobernador, y Diego de Nicuesa en Castilla del Oro (Panamá), en 1509; de igual modo, Diego Velázquez comienza la campaña para la conquista de Cuba en 1511; en 1513, Vasco Núñez de Balboa atraviesa el istmo de Panamá hasta el Pacifico, y Ponce de León explora la Florida; en 1517 Hernández de Córdoba llega a Yucatán, y en 1519, Hernán Cortés penetra en México.

 Población indígena en la Isla de la Española
Población indígena en la Isla de la Española

Las expediciones hacia tierra firme tienen ya carácter privado, con licencias otorgadas por la Corona y controladas por la Casa de Contratación, instalada en Sevilla desde 1503.

La codicia de los conquistadores por la necesidad de cubrir gastos y de alcanzar el máximo de beneficios, además del deseo de ganar prestigio social, explica el saqueo, el expolio y la virulencia con que actuaron sobre las comunidades indígenas.

Cuando el Almirante Cristóbal Colón emprende su viaje de regreso a España en enero de 1493, dejó un grupo de 39 españoles en la fortaleza que hizo construir con una de las carabelas que fue destruida el día de navidad por el fuerte oleaje. Al llegar en su segundo viaje en noviembre de 1493, encontró que los 39 españoles que había dejado habían muerto y la fortaleza quemada.

La causa de la muerte de esos 39 españoles no fue otra que los abusos cometidos contra los indígenas, a quienes consideraban seres inferiores, sin raciocinio, utilizándolos para que les sirvieran de naborías (criados), les produjeran alimentos, les sirvieran de cargadores y las labranzas o trabajos pesados, los que nunca habían realizado; pero peor aún, les raptaban y violaban las mujeres.

Una vez que se inician los asentamientos de los conquistadores a lo interno de la isla, comienzan los abusos contra la población indígena al imponer tributos en determinada cantidad de oro (un cascabel de oro cada tres lunas por cabeza) y algodón, así como el trabajo forzado al que no estaban acostumbrados, encontrando la resistencia de gran parte de los nativos, provocando, incluso, la insurrección.

Colón había salido de la isla el 24 de abril de 1494 para seguir explorando y encontrar tierra firme, llegando a Cuba la cual creyó siempre que era tierra firme, luego de varios meses, regresa a La Española el 29 de septiembre de ese mismo año y encuentra la insurrección de los indígenas contra los malos tratos de los conquistadores. Después de una matanza cometida por los conquistadores, el cacique Guatiguará logró eliminar 10 de los cristianos, lo cual llevó a los españoles a proclamar una frase, la cual guardaban como ley inviolable, que “por cada cristiano que matasen los indios, hubiesen los cristianos de matar 100 indios” y en los primeros meses del año 1495, Colón da inicio a una campaña “pacificadora” por todo el centro y el este de la isla, logrando derrotar en varios puntos del territorio a los nativos, los cuales, aunque hicieron resistencia, no pudieron evitar las matanzas que le producían los españoles, destacándose la famosa batalla del Santo Cerro en La Vega, en la cual pasaron por las armas a cientos de aborígenes, quienes carecían de disciplina y conocimientos de guerra, y solo tenían para su defensa arcos, flechas y piedras, contra un enemigo armado de espadas, escudos de acero, caballos y perros, y la tradición de varios siglos de guerra contra los moros en la península ibérica. A partir de entonces, Colón entendió que todo aquel que le hiciera resistencia había que hacerlo su esclavo y desde entonces hasta el año 1500 en que se marchó Colón y sus hermanos de la isla, fueron hecho esclavos y enviados a España más de 2000 indígenas.

De acuerdo a Fray Bartolomé de Las Casas en su obra Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias que “los cristianos con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños ni viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas”. Y sigue narrando Las Casas en su Brevísima Relación: “Hacían unas horcas largas, que juntasen casi los pies a la tierra, e de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redentor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los quemaban vivos. Otros, ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca, pegándoles fuego así los quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas llevaban colgando…”. Lo que hicieron los conquistadores con nuestros pueblos originarios fue un verdadero genocidio.

Luego de la batalla del Santo Cerro, Colón le encomendó a Alonso de Ojeda la captura del cacique Caonabo, quien se había erigido como un gran líder de la resistencia indígena. Dice Fray Bartolomé de Las Casas en su monumental obra Historia de las Indias que Ojeda logró engañar a Caonabo, colocándole unos grilletes en las manos, bajo el ardid de que se trataba de un turey (los indígenas creían que era algo bajado del cielo). No fue fácil convencerlo para poder colocarle los grilletes y subirlo a un caballo, pero una vez logrado, lo trasladaron de Maguana (San Juan de la Maguana) hasta la Isabela (Puerto Plata) donde lo embarcaron junto a más de 600 aborígenes para ser enviado a España, pero estando todavía en puerto, una gran tormenta deshizo las embarcaciones con el cacique Caonabo y los más de 600 indígenas adentro, pereciendo todos ahogados.

Después de la captura y muerte de Caonabo, Colón logró imponer su voluntad sobre los nativos, los caciques aceptaron reconocer la autoridad de los reyes de Castilla y a pagar los tributos que le imponían los conquistadores. Los tributos consistían en determinada cantidad de oro para los nativos que vivían en zonas auríferas y determinada cantidad de algodón para los que vivían en zonas donde no había oro. Esa imposición causó de inmediato la deserción hacia las montañas y terrenos de difícil acceso para los conquistadores, lo que hizo que Colón ordenara la construcción de fortalezas por toda la isla.

La deserción y resistencia de los indígenas era respondida con más crueldad y violencia. Estando Colón en España, donde había viajado en 1496, la situación en La Isabela se ponía insoportable, por el desabastecimiento de alimentos y las enfermedades, el Adelantado Bartolomé Colón, hermano del almirante, quien había quedado a cargo del gobierno de la isla hacía los aprestos para la fundación de lo que sería la ciudad de Santo Domingo en la margen oriental del río Ozama, luego del descubrimiento de nuevas minas de oro en las márgenes del río Haina, de igual modo, mandó construir a cinco leguas de la Concepción de La Vega, la ciudad de Santiago de los Caballeros.

Durante el mandato del Adelantado, combatió con toda crueldad la resistencia de los indígenas, ejecutando y haciendo quemar vivo a todo aquel que consideraba que conspiraba contra la conquista, como fue el caso de 14 caciques que fueron capturados y ejecutados en la plaza pública de la Concepción de La Vega.

Aprovechando la situación de calamidad que vivían los habitantes no solo de La Isabela, sino de las otras localidades donde había españoles, Francisco de Roldan inicia una especie de rebelión contra la autoridad del Adelantado y empieza a sumar españoles a su causa. Con más de 70 hombres, Roldan ya no le debía obediencia al Adelantado, saqueó y abandonó La Isabela e iba por todas las comunidades indígenas cobrando los tributos a nombre del gobierno. El Adelantado no pudo hacer frente a los alzados, quienes se mostraban cada vez más desafiantes, cometiendo toda clase de abusos contra los nativos; el mismo Roldan raptó la esposa del cacique Guarionex. Al regreso de Colón desde España, sintió una gran decepción con el alzamiento de Roldan y por mas esfuerzos que hizo para hacerse obedecer e hizo varios ofrecimientos para que depusieran su actitud, no fue sino hasta que se le concedieron grandes privilegios a él y los que le habían acompañado. Se suscribió un primer acuerdo el 16 de noviembre de 1498 en el que “Roldán y sus compañeros se comprometían a embarcarse para España, siempre que se les pagaran sus sueldos devengados; que se les expidieran certificaciones de buena conducta; y se les indemnizaran sus bienes secuestrados, repartiéndoles además esclavos y permitiéndoles llevarse consigo las mujeres indias con quienes vivían”, pero “Roldán y sus compañeros se negaron a abandonar la isla en el momento del embarque, y alegando frívolas razones, manifestaron su firme resolución de permanecer en el país sin sujetarse a lo pactado”. En una inequívoca señal de impotencia y en aras de mantener la tranquilidad social, el Almirante accede a una nueva y ventajosa negociación para los rebeldes. Con el nuevo acuerdo, “Roldán recuperó su nombramiento de Alcalde Mayor perpetuo, con la condición de acatar y obedecer las órdenes del rey y de Colón, obteniendo el señalamiento de ciertas heredades en la Isabela, Concepción de La Vega y Jaragua, con facultades para servirse de los indios de las tribus de Bohechío; (…) se les repartieron tierras y esclavos y se les autorizó a permanecer en la isla”.

Como se ve, dentro de los privilegios concedidos estaba el repartimiento de tierras e indígenas para el trabajo forzado, con lo cual quedaron implantadas las encomiendas y con ellas se condenaba a la población indígena a su desaparición definitiva. Este sistema de repartimiento de los indios que empezó a aplicarse muy temprano en la conquista, quedó oficializado formalmente con Nicolás de Ovando poco tiempo después de la llegada de éste a La Española en 1502.

Aunque entre los conquistadores vinieron labriegos, albañiles, carpinteros, etc., al poco tiempo, los trabajos pesados que conllevaban esas labores eran realizadas por los indígenas, quienes, además, tenían que recoger oro, cultivar y recolectar algodón y los trabajos domésticos, para lo cual los cristianos se agenciaban la asignación de un número determinado de nativos con el pretexto de evangelizarlos, pero en la practica la evangelización era lo que menos recibían; sin embargo, con el reparto de los indios, oficializado a través de los acuerdos con Roldan y su grupo, se iniciaba una nueva batalla entre los funcionarios públicos y los nobles que vivían en la isla, pues a mayor número de indios a su servicio, mayor era la riqueza que podían acumular. Desde luego esas riquezas sería a costa de la vida de los cientos de miles de nativos de la isla, quienes eran los que tenían que recolectar el oro, el algodón, la construcción de viviendas y edificios para los conquistadores, los trabajos domésticos; todo eso para una población que por su modo de vida, tenían una dieta alimenticia sencilla, no estaban acostumbrados al trabajo forzado, pues solo producían para la subsistencia, y los españoles lo ponían a trabajar por largas jornadas, no les daban suficiente comida y además, como no tenían disciplina, porque no la conocían, también recibían malos tratos (físicos y verbales).

El descubrimiento del nuevo continente, que todavía en ese momento en Europa se pensaba que era la India, había suscitado gran interés en toda la sociedad española, especialmente en el reino de Castilla, sobre todo después que Colón empezó a enviar gran cantidad de oro extraído de la isla de La Española, y como hemos visto hasta ahora, la codicia con la que actuaban los conquistadores desencadenaba en muchos los más bajos sentimientos hacia el Almirante; por tal razón, a la corte llevaban toda clase de quejas contra Colón, tanto de personajes que llegaban desde La Española como de otros que se encontraban en Sevilla e incluso en las mismas entrañas de la corte. Dentro de esas quejas estaba los malos tratos a la población indígena. Producto de esas intrigas, en el año 1500, el 23 de agosto llega a La Española un nuevo gobernador de la isla, Francisco de Bobadilla, quien apresa y envía a España a Colón y sus hermanos.

Como hemos dicho antes, al concluir el gobierno de los Colón en el año 1500, los conquistadores habían enviado a España más de 2000 indígenas como esclavos para ser vendidos. El envío de indígenas en calidad de esclavos indignó mucho a la Reina, sumado esto a los términos en que se refirió Roldan al almirante en la carta remitida en 1498 al cardenal Cisneros sobre los acuerdos que firmó con los Colón y el estado generalizado de miseria y calamidad en que se encontraban los colonos, sirvieron de pretexto para reemplazar a los Colón del gobierno de la isla, no obstante haber solicitado el Almirante que los acuerdos no fuesen reconocidos por las circunstancias en que se vio obligado a firmarlos.

Con la llegada de Francisco de Bobadilla, lejos de bajar los sufrimientos que se aplicaban a los indígenas, los incrementaron. Se generalizaron los repartimientos de indígenas, se vendieron las tierras entre sus amigos y allegados, se otorgaron concesiones para la extracción de oro de manera graciosa en perjuicio de la corona, otorgando a esta solo una quinta parte de lo recaudado. Los acuerdos que firmaron Roldan y sus compañeros alzados con los Colón, por los vicios de forma y fondo, eran inválidos, pero Bobadilla, terminó favoreciendo a los alzados.

De todo el desastre desatado por Bobadilla, lo que provocó su desafecto en la corte, fueron las medidas que desfavorecían a la corona, especialmente la venta de las tierras, las concesiones para la extracción del oro y haber reservado solo la quinta parte real de las recaudaciones. Esto fue la causa de su destitución y en su lugar fue nombrado fray Nicolas de Ovando, quien llegó a La Española con una gran flota, después de haber recibido amplios poderes de la corona para un plan de repoblación de las Indias.

El autor de abogado. Columnista de www.elperiodico.com.do

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