La Habana (EFE).- Durante sus vacaciones en Cuba, el fotógrafo neerlandés Karel Poort capturó de manera inesperada algunas de las imágenes más icónicas del Maleconazo, la primera gran protesta antigubernamental en Cuba desde 1959, que cumple 30 años este lunes. En su primera entrevista sobre estos eventos, Poort rememora cómo, el 5 de agosto de 1994, salió corriendo de su habitación con su Nikon F301 en mano tras escuchar el alboroto en la calle Galiano.
Poort, quien en ese entonces trabajaba como fotógrafo y sonidista freelance en los Países Bajos, se dirigió al hotel Deauville, frente al Malecón habanero, donde la gente gritaba consignas como «¡Cuba sí, Castro no!» y «¡Libertad!». El estallido social fue el resultado de semanas de tensión en Cuba, exacerbadas por la crisis económica del Periodo Especial tras la caída de la Unión Soviética y la pérdida del apoyo económico del bloque socialista.
El 13 de julio, el hundimiento del remolcador ’13 de marzo’, con 37 muertes, y la posterior acusación de represión por parte de los sobrevivientes contra los guardacostas cubanos, aumentaron las tensiones. A finales de julio, el gobierno cubano estableció un bloqueo marítimo ante los rumores de una posible salida masiva hacia EE.UU., provocando las manifestaciones.
Cuando Poort llegó al Deauville, un cubano le pidió que continuara tomando fotos para mostrar el desastre en su país. Durante las manifestaciones, un grupo de policías vestidos de civil disparó armas de fuego hacia los manifestantes, según Poort, quien capturó imágenes de un hombre armado en el frente del hotel.
Treinta minutos después, la policía detuvo a Poort, le ordenó entregar los rollos y la cámara. Logró escapar y continuó tomando fotos desde la ventana de su hotel. Al día siguiente, capturó un papel en el pavimento con la frase «Viva Cuba Libre». Una semana después, el presidente Fidel Castro permitió a los cubanos salir por mar, dando inicio a la crisis de los balseros, con más de 30.000 personas intentando llegar a EE.UU. en embarcaciones improvisadas.
Poort, que no comprendió completamente la magnitud de lo que había fotografiado hasta hablar con un cubano, había visitado Cuba solo una vez antes de este evento. A lo largo de sus diez visitas a la isla hasta 2002, compartió sus fotos en redes sociales, pero prefiere recordar ese momento histórico como una anécdota. «Era el único ahí. No había celulares en ese entonces. Es por eso que esas fotos son tan especiales», concluye Poort.