Pachuca (México), (EFE).- La cuarta corrida de la Feria de Pachuca, en el estado mexicano de Hidalgo, concluyó este sábado con dos orejas para el mexicano Héctor Gutiérrez. Los también mexicanos Diego San Román y Antonio Lomelín no obtuvieron apéndices.
Los toros del hierro Claudio Huerta fueron de correcta presentación pero débiles, destacando el sexto por su casta y movilidad. Se registró media entrada en la plaza Vicente Segura.
Largo festejo en Pachuca, donde quedó de manifiesto el importante momento de Diego San Román y Héctor Gutiérrez.
Gutiérrez empezó a engrosar la estadística con su primer rival de la tarde, al que sustrajo una oreja, se pidieron dos, facilitada por la faena de muleta. La realizó Gutiérrez con la mano baja aprovechando la escasa bravura del toro. Destacó algún natural muy ceñido.
La puerta grande la completó Gutiérrez con otra labor inteligente. Primero, citando con el riesgo necesario para hacerse con la res. Después, toreando con variedad y más pose que sitio, haciéndose con los tendidos.
Unanimidad de nuevo en la petición y otra oreja para el de Aguascalientes.
Las dos faenas de Diego San Román se quedaron sin premio por el desacierto con la espada. Sin embargo, legó de nuevo la ortodoxia y valor que necesita la tauromaquia.
Con el tercero de la tarde, Diego San Román, quien reaparecía de una lesión, puso el valor como argumento para lidiar un manso sin mucha para cuajar.
Con aplomo y sitio pudo realizar tandas de valor por todo lo que debió tragar para confeccionarlas. Tras no acertar con los aceros recibió una ovación.
El seco arrojo de San Román no faltó en el sexto del festejo. A la decisión del torero se unió la movilidad del astado. El más encastado de la tarde fue templado por el mexicano con una ceñidas medias verónicas.
Tras unos estatuarios Diego San Román ejecutó dos tandas de derechazos sin mover la zapatilla. De muchos pases y mucho mando. Las series lucieron la casta del animal.
Si bien la faena mantuvo el compromiso con la pureza, siguió el matador cargando la suerte al citar y sobre todo queriendo ligar. No pudo ni al natural ni de nuevo con la derecha ofrecer la emoción de esas dos importantes primeras tandas. Probablemente por la falta de fondo del toro ya para entonces muy exigido.
A pesar de ello, el de luces todo lo hizo en un palmo de terreno, sin pestañear cuando los pitones rozaban sus piernas.
Insistió en someter al toro, especialmente al natural. Pero el viaje del cornúpeta cada vez era mas reducido. El peligro que esto suponía no cambió el plan de San Román.
Otra mala actuación con el estoque le privó del merecido y triunfo.
Por su parte, Antonio Lomelín abrió plaza con un Claudio Huerta de poco tamaño pero kilos bien repartidos. Gustó a los presentes unos lances de verónicas y su disposición con la muleta ante un bovino muy débil.
Igual circunstancia condicionó al cuarto, de buenas hechuras, con el que Lomelín se vio desarmado y sin poder elaborar tandas.
Pidió el californiano uno de regalo. Tampoco a la tercera Lomelín dejó de citar en paralelo y su actuación quedó en poca cosa, sobre todo por los otros dos toreros que componían el cartel.