«Ya estamos a salvo»: La historia de la huida y pesadilla de una familia sudanesa hacia Egipto

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Guiza (Egipto), ).- Con las manos arriba y gritando: ¡somos civiles!. Así iban los sudaneses Hazem Ibrahim y Fátima Mohamed por Jartum mientras preparaban todo para su siguiente paso, la huida a Egipto, aunque eso no evitó que hombres armados les dispararan. Ahora, ya a salvo, buscan empezar desde El Cairo una nueva vida alejada de las armas y las bombas que han apagado su ciudad.
En una callejuela paralela a una vía principal de la provincia de Guiza, al oeste de El Cairo, Fátima, Hazem y nueve miembros más de su familia se resguardan en un piso después de cinco días de viaje desde Jartum a la capital egipcia, un periplo de pesadilla por las horas y horas de espera en un paso fronterizo por el que ya han cruzado más de 50.000 sudaneses desde el pasado 15 de abril.
UN CAOS
Salir de Jartum fue lo peor: «Los precios de los autobuses cambiaban cada dos horas y al final pagamos 500 dólares cada uno», señala Fátima a EFE mientras rememora la huida con su hijo en brazos.
«Era el último dinero que nos quedaba de nuestros ahorros», apunta Fátima, de 28 años, que aunque lamenta las condiciones en la parte sudanesa, agradece a los oficiales fronterizos egipcios que hicieran una excepción y les dejaran pasar andando por el cruce con sus padres ancianos, algo que está prohibido realizar.
Ella y su familia pagaron por un autobús que les llevara de Jartum a la ciudad egipcia de Asuán, la primera parada de los sudaneses que huyen del conflicto entre el Ejército sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
«Ha sido caótico (…) El problema es que los autobuses no pasaban y pagamos para que nos llevaran a Asuán. Nos dijeron que a lo mejor teníamos que esperar una semana o dos si queríamos cruzar con el autobús», explica.
En total, desde Jartum hasta El Cairo fueron cinco días, un viaje «muy duro», relata Fátima, y añade: «Aunque no pasa nada, hemos llegado bien y nos hemos salvado de la guerra».

"Ya estamos a salvo": La historia de la huida y pesadilla de una familia sudanesa hacia Egipto
Una familia en una vivienda en Guiza, Egipto, tras lograr huir de Jartum. EFE/Isaac J. Martín

AFORTUNADOS
Fátima y su sobrino Hazem no han corrido el fatal destino de las al menos 550 personas fallecidas desde que comenzaron las hostilidades. Pudo no haber sido así.
El mismo 15 de abril, Hazem, de 24 años, se encontraba en un avión de Saudia, la aerolínea saudí, rumbo a Riad, donde vive junto a sus padres, sin saber que el aeropuerto sería el primer escenario del conflicto.
«Estábamos en el avión y escuchamos las primeras explosiones, pero creíamos que estábamos seguros al estar dentro del avión. Pero de repente, un cohete cayó y dos personas murieron en el acto por el impacto», rememora a EFE desde su nuevo hogar egipcio.
Esos dos civiles fueron los primeros muertos en la capital, confirmado entonces por fuentes médicas. Hazem recuerda cómo se quedó en el avión, ya que es graduado en Medicina, junto a otro doctor y parte de la tripulación para evacuar a dos heridos y al resto de pasajeros.
Ese día aparecieron vídeos en las redes sociales de la gente refugiándose en el Aeropuerto Internacional de Jartum, algo que conmocionó al ser la principal vía de entrada al país, un acceso que hasta hoy continúa suspendido por los violentos combates.
Hazem pudo escapar de la muerte, pero se tuvo que enfrentar una segunda vez al cabo de los días.
Junto a Fátima condujeron al otro lado de la capital para recoger el pasaporte de ella, que se encontraba en una agencia de viajes. Durante ese recorrido, mantenían las manos levantadas por las ventanillas gritando que eran civiles, aunque no sirvió de nada ya que les dispararon.
«Nos salvamos al escondernos agachados», indica Fátima, que acusa directamente a las FAR de haberles disparado ya que les reconoció por su uniforme.
«Vimos varios cadáveres tirados por las calles, desde sus coches. Intentábamos evitar los cuerpos por el camino», dice.

TODOS JUNTOS
El hermano de Fátima, Saleh Mohamed, de 47 años, se encontraba en Arabia Saudí cuando saltó el conflicto. Así pudo volar a El Cairo directamente donde alquiló el piso en el que ahora todos se quedan.
«Ahora estamos vivos y bien, pero no sabemos por ahora cómo organizarnos. De momento, queremos descansar y mirar bien nuestros ahorros», asegura a EFE Saleh, que trabaja como funcionario en un ministerio en Jartum y que ya debería haber vuelto a su puesto.
Dice no tener información sobre cómo registrarse como refugiados. De hecho, la portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Egipto, Christine Beshay, indicó a EFE que menos del 1 % de los que han huido se han registrado en su organismo.
«Lo más importante es que como familia estamos todos juntos, ahora todo está estable. Estamos ya a salvo y ya veremos el próximo paso», zanja Saleh.
Isaac J. Martín y Aya Ragheb

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