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La España Boba, un período perdido entre la inestabilidad y la miseria

La España Boba, un período perdido entre la inestabilidad y la miseria

 

Por el Dr. Gil Carpio

Santo Domingo. La colonia española de Santo Domingo estaba viviendo su mejor momento económico en 1789, cuando estalla la Revolución Francesa, gracias al fluido comercio con la parte francesa de la isla que a la vez estaba en su punto más alto de producción de riqueza. Los hateros que vendían grandes cantidades de reses vivas, carne y cueros, exportaban a España y otros territorios del Caribe, pero la mayor parte de su producción la comercializaban con los vecinos franceses del Oeste; los azucareros, cuyos establecimientos se encontraban en localidades circundantes de la capital, contaban con una importante producción del dulce, para consumo local y para exportación; los comerciantes de Santo Domingo, Santiago y Puerto Plata; los cortadores de madera, especialmente la caoba que se exportaba a Europa.

De igual modo, los productores de tabaco del Cibao, una importante unidad productiva que había surgido desde mediados del siglo en Santiago y La Vega, pero que había aumentado su producción en la medida en que se comercializaba con los franceses del Oeste y el que se exportaba también a España. Este sector económico jugaría un papel fundamental en el desarrollo político y social de la región Norte y de todo el país en la segunda mitad del siglo XIX.

Las consecuencias que tuvo en nuestra isla la Revolución Francesa, empezaron a mermar ese dinamismo económico, acabando en una ruinosa miseria con la guerra de la Reconquista, razón por la cual, muchas familias emigraron a otros territorios como Cuba, Puerto Rico, Venezuela o México. De los sectores productivos que teníamos en 1789, el que mayor influencia política conservaba en el momento en que los españoles se rebelan contra Napoleón en la península Ibérica, es el de los hateros, porque aunque estaba quebrado económicamente, tenía mayor prestancia en la sociedad que los demás sectores productivos; pero además, estaban muy disgustados con Ferrand, porque le había prohibido el comercio de reses con Haití. Por esa razón, es a ese sector que le toca liderar las luchas por la llamada Reconquista, es decir, para la expulsión de los franceses de la parte Este de la isla, reincorporando nuestro territorio al dominio español; lo cual ocurre entre 1808 y 1809 comandada por el hatero Juan Sánchez Ramírez. No todos los dominicanos que luchaban por expulsar a los franceses estaban de acuerdo con la reincorporación a España, había partidarios de la independencia política, con motivadas razones, pues hacía apenas 13 años que España había cedido esta parte de la isla a Francia. Ese grupo lo lideraban Ciriaco Ramírez, Salvador Félix y Cristóbal Huber Franco, pero no tenían la suficiente influencia y prestigio para desplazar a los hateros, quienes a pesar del desinterés que había mostrado España por Santo Domingo, querían seguir siendo españoles.

La España Boba, un período perdido entre la inestabilidad y la miseriaCon la derrota de las tropas de francesas en la sabana de Palo Hincado en El Seibo y en su retirada hacia la ciudad de Santo Domingo, se quita la vida de un tiro a la cabeza el general Ferrand. Luego de varios meses sitiados en la capital y con escases de alimentos, sin posibilidades de salir airosos, los franceses se rinden ante un oficial inglés el 9 de julio de 1809, poniendo fin a la era de Francia en Santo Domingo. El acuerdo de capitulación se hizo entre tropas regulares con conciencia del honor del vencido y la caballerosidad del vencedor. Después de la rendición de los franceses ante los ingleses, éstos entregaron la ciudad de Santo Domingo a los dominicanos encabezados por Juan Sánchez Ramírez. Un hecho similar entre franceses e ingleses ya había ocurrido al final del año 1803 en Le Cap, cuando Francia perdió Saint-Domingue y el general Donatien Rochambeau entregó el mando a Jean Jacques Dessalines frente a oficiales ingleses. Con la entrega de Santo Domingo, los ingleses pasaron de inmediato la cuenta por sus servicios a los dominicanos, pues, además de llevarse como pago inmediato una gran cantidad de madera preciosa que se encontraba almacenada en el puerto de Santo Domingo, pertrechos militares que le ocuparon a los franceses, devolución de todos los gastos incurridos durante el cerco naval, exigió convertirse en lo sucesivo en nación más favorecida en el comercio, condición que resultó muy perjudicial al interés nacional durante casi ocho décadas.

Entre los días 12 y 13 de diciembre de 1809, en la hacienda Bonillo, cerca a la ciudad de Santo Domingo, se lleva a cabo una Junta junta de gobierno como las que se habían formado en España en ausencia del Rey, en la cual los partidarios de Juan Sánchez Ramírez levantan un acta mediante la cual otorgan a éste, poderes para que dirija la lucha que conduciría a la restauración del estatus colonial de Santo Domingo, bajo el dominio de España y de su Rey Fernando VII. En el Acta no aparecieron las firmas de los dirigentes de la corriente independentista, lo cual podría explicarse por su ausencia o exclusión en la Junta, firmada por los partidarios del bando conservador encabezado por Juan Sánchez Ramírez. El acta de la junta de Bondillo, entre otros puntos, contiene lo siguiente: 1) Reconocer a Fernando VII como su legítimo rey; 2) Nombrar a Juan Sánchez Ramírez como gobernador político y militar e intendente; 3) Otorgarle poderes absolutos; 4) Disponer que el sistema administrativo y el orden judicial continuara como antes de la presencia francesa; y 5) El juramento de fidelidad a Fernando VII y obediencia a las leyes españolas. Como se podrá leer, sería ilógico pensar que Ciriaco Ramírez, Salvador Felix y Cristóbal Huber Franco, siendo partidarios de la independencia, fueran a firmar dicha acta. Al asumir como gobernador de Santo Domingo Juan Sánchez Ramírez, se da inicio al período histórico conocido como la España Boba.

En la guerra de la Reconquista, se libró una lucha feroz entre conservadores y liberales, los primeros encabezados por Juan Sánchez Ramírez, querían la reincorporación de nuestro territorio a España, y los segundos por Ciriaco Ramírez, que querían la independencia. Como se sabe, el caudillo hatero contó con la decisiva colaboración del gobernador de Puerto Rico, Toribio Montes; pero ambos contaron con el apoyo de los gobiernos haitianos que se habían dividido el territorio occidental de la isla; Sánchez Ramírez contó con el apoyo de Henry Christophe, quien gobernaba el Norte de Haití y era tan conservador como Sánchez Ramírez; mientras que Ciriaco Ramírez contó con el apoyo de Alexander Petión, gobernante del Sur de Haití, tan liberal como Ciriaco Ramírez. Como ya se ha dicho, Sánchez Ramírez lideraba el sector de los hateros, que, aunque quebrados económicamente, conservaban su prestigio y ascendencia social, razón por la cual se impuso en la lucha contra los franceses para restituir el dominio de España sobre nuestro territorio y no la independencia como lo quería Ciriaco Ramírez.

Al momento en que Juan Sánchez Ramírez asume la gobernación de la parte Este de nuestra isla en 1809, la situación económica era desastrosa en toda la banda sur, difícil, pero menos calamitosa era la de la región del Cibao, donde se seguía cosechando y había prosperado la producción de tabaco que se exportaba por Puerto Plata. Sánchez Ramírez muere el 12 de febrero de 1811 y le sucede en el poder, de manera interina, el coronel Manuel Caballero, nativo de Santo Domingo, que había sido Capitán del Batallón Fijo de Santo Domingo y que emigró a Cuba después de la ocupación de Toussaint en 1801, tenía una honrosa hoja de servicios, pero en funciones de mando subalterno. Según Cesar Herrera Cabral, era un soldado veterano, pero incapaz de encarar con la necesaria competencia y habilidad tan críticos momentos. El Consejo de Regencia trató de escoger para Gobernador y Capitán General a un militar y político de larga experiencia en los gobiernos de ultramar y seleccionó al Mariscal don Carlos de Urrutia y Montoya, quien prestaba servicio en la Nueva España, en la zona de Veracruz. El 27 de abril de 1811 expidió el Consejo de Regencia la Real Orden por la cual se designaba a Urrutia como Gobernador, Intendente y Capitán General de Santo Domingo. Asimismo, se redactaron amplias instrucciones para que el nuevo Gobernador se ciñera a ellas en beneficio de la tierra que iba a estar bajo su cuidado y gobierno; pero no fue sino el 8 de mayo de 1813, dos años después de su nombramiento cuando entró en el ejercicio de sus funciones.

Carlos Conuco, como fue bautizado por el pueblo el nuevo gobernador, para palear la miseria imperante, implementó la economía de las estancias en gran parte de las tierras que antes fueron para la producción de la caña de azúcar y pastos para ganados, ahora dedicadas a la siembra de víveres y verduras, sobre todo en los alrededores de la ciudad de Santo Domingo, pues como ya sabemos, para El Cibao se desarrollaba la producción de tabaco y los cortes de madera preciosa para exportación. Dedicó parte de sus energías a perseguir a vagos y rateros, a quienes destinaba a labores agrícolas en los conucos. Don Carlos Conuco se mantuvo como Gobernador y Capitán General de Santo Domingo hasta el 5 de enero de 1818, cuando lo sustituye Sebastián Kindelán Oregón, quien se pronunció contrario al fomento del conuquismo, sin embargo, todo siguió igual en la colonia, en medio de la miseria hasta que terminó su mandato 16 de mayo de 1821 y asume la gobernación el brigadier Pascual Real, quien permanece en el cargo hasta el 30 de noviembre de ese mismo año, un día antes de ser proclamada la llamada Independencia Efímera por José Núñez de Cáceres. De todos los gobernadores que tuvo Santo Domingo durante la España Boba, Juan Sánchez Ramírez fue el único que fue designado por la Junta de Bondillo, los demás fueron nombrados por el Consejo de Regencia.

Juan Sánchez Ramírez, como caudillo militar criollo, genuino representante del sector de los hateros, manejó el gobierno de manera despótica, con astucia y arbitrariedad; durante su mandato mantuvo la esclavitud. Considerado por algunos historiadores como prócer conservador, otros como Emilio Cordero Michel lo consideran “retrógrado y oscurantista, proclive al dominio colonial” de España. Su contraparte, Ciriaco Ramírez, comerciante del Sur, fue el representante de los liberales, afín a los cosecheros de tabaco del Cibao, los pequeños y medianos comerciantes del Cibao y del Sur, partidario de la independencia y la eliminación de la esclavitud.

Durante el período de la España Boba, fue notoria e importante la participación de los dominicanos en la administración de la colonia, destacándose el caso de José Núñez de Cáceres, quien fue nombrado por Sánchez Ramírez en 1810 como Teniente Gobernador y Asesor General del Gobierno e Intendente y Auditor General; luego ocupó el cargo de Juez de Letras. En 1815 pasó a ocupar la rectoría de la Universidad Santo Tomás de Aquino, la cual había reabierto sus puertas el 21 de diciembre de 1814 por disposición del gobernador Carlos de Urrutia. A partir de su ingreso como principal autoridad en la universidad, empezó a promover a través de tertulias y luego por el periódico El Duende, ideas revolucionarias y cambios a favor de la independencia de España; por tales actividades fue considerado sospechoso de conspiración. La noche del 30 de noviembre de 1821, día de San Andrés, logró gestar un golpe de estado contra el Capitán General y Mariscal de Campo Pascual Real, proclamando la independencia de la parte Este de la isla con el nombre de Haití Español, bajo el protectorado de la Gran Colombia.  Otras figuras que tuvieron destacadas participaciones en el gobierno colonial en dicho período fueron Manuel Caballero, Felipe Dávila Fernández de Castro, Tomás Bobadilla y Briones, José Basora y el doctor Juan Vicente Moscoso, Antonio María Pineda, Antonio Martínez Valdez, Francisco Mariano de la Mota, Juan Ruiz y Vicente Mancebo, entre otros. Fue nombrado como Arzobispo de Santo Domingo, Primado de América Pedro Valera, primer dominicano en ocupar tan importante posición eclesiástica.

Los criollos, que ya para esa época se llamaban dominicanos, habían tenido períodos económicos muy difíciles, pero no de tanta incertidumbre como la vivida entre 1795, cuando se dio a conocer la firma del Tratado de Basilea hasta la ocupación haitiana de 1822. De españoles pasamos a ser franceses, ocupados y secuestrados como botín de guerra por los ingleses, volvimos a ser españoles, luego por dos meses fuimos haitiano-españoles y finalmente haitianos. El padre Juan Vásquez lo resume en una quintilla que reza así:

“Ayer español nací. /A la tarde fui francés. /A la noche etíope fui. /Hoy dicen que soy inglés. /No sé qué será de mi.”

En la colonia se vivió un disgusto generalizado, generado por el desinterés mostrado por España en nuestros asuntos; pero no podemos olvidar que España en 1808 estaba inmersa en una guerra de guerrillas contra las tropas francesas de Napoleón que la ocupaban, y no fue hasta 1814 que recuperó su soberanía. Mientras tanto, en Santo Domingo, la miseria hacía estragos y no circulaba monedas ni para el pago de la burocracia, lo que obligó a las autoridades a emitir papel moneda para el intercambio comercial, lo cual agravó aún más el problema. El situado solo llegó dos veces en 12 años. En 19 de marzo de 1812 fue proclamada la Constitución de Cádiz, la cual reconocía derechos civiles y políticos importantes a los ciudadanos, lo cual generó entre los dominico-españoles gran entusiasmo y apego a dicho texto, pero la misma fue abolida en 1814 al retornar al trono Fernando VII.

En los primeros años del período de la España Boba se intentaron varias conspiraciones independentistas, sin duda, inspiradas en las luchas que se iniciaban en Sudamérica y México por su emancipación de España, siendo las más notables: una encabezada por Manuel Del Monte, quien luego de ser descubierta, fue enviado hacia España para ser juzgado; también se produjo la llamada Revolución de los Italianos, encabezada por el capitán piamontés Emigdio Pezzi en 1810, con el apoyo secreto de Ciriaco Ramírez, quien guardaba prisión en ese momento; y otra más, la de Mojarra y Mendoza, llevada a cabo por esclavos el 3 de agosto de 1812, inspirados por la libertad que otorgaba la Constitución de Cádiz. Todos los cabecillas de estos intentos acabaron ahorcados, fusilados, prisioneros o deportados. En el caso de Ciriaco Ramírez, éste murió guardando prisión en Puerto Rico.

Así como se formaron juntas de gobierno en diferentes ciudades españolas, ocurrió en Santo Domingo con la Junta de Bondillo y ocurriría en los territorios españoles de América, para proclamar respaldo al Rey Fernando VII, preso en Bayona, Francia, y no a José Bonaparte, hermano de Napoleón Bonaparte, a quien éste había nombrado como rey de España; sin embargo, a diferencia de Santo Domingo, estas juntas formadas en los territorios españoles de América, pronto se convertirían en los primeros movimientos para la emancipación de los pueblos del nuevo mundo. En el caso de Venezuela, el líder que iba a encabezar esas luchas sería un miembro de los mantuanos, el sector oligárquico más importante e influyente de ese país, Simón Bolívar; Antonio Nariño en Nueva Granada (Colombia), el padre Morelos en Nueva España (México) y en Centro América. Algo parecido ocurría en los territorios al Sur de la Patagonia. En principio, estas juntas de gobierno se formaron para jurar lealtad a Fernando VII, pero como las ideas revolucionarias sobre las libertades públicas y los derechos civiles derivadas de la Revolución Francesa se habían esparcido por toda Europa y América, terminaron por luchar por la independencia de sus territorios; especialmente la gran masa de criollos que no eran reconocidos como españoles, y que descubrieron que la única forma de llegar a ser ciudadanos de primera era independizándose de España y fundando una sociedad diferente, que les reconociera esos derechos que la monarquía española le negaba.

La guerra de la Reconquista pudo haber sido la ocasión más propicia para que nuestro territorio proclamara su independencia, constituyéndose como nación libre y soberana, igual que lo había hecho Haití en 1804 y los Estados Unidos de Norteamérica en 1776; sin embargo, por el estado de miseria y atraso social que vivíamos, los sectores productivos más progresistas que teníamos en ese momento, que eran los cosecheros de tabaco del Cibao y los comerciantes, no tenían la suficiente influencia en la sociedad para dirigir ese proceso; por tal razón, como ya se ha dicho, los hateros que, aunque económicamente estaban quebrados, era el sector social alrededor del cual se aglutinaba la gente, por tanto, el más influyente en ese período de nuestra historia, pero eran partidarios de que nos reincorporáramos a España, lo cual constituyó un retroceso en todos los órdenes, pues España estaba ocupada por los franceses, inmersa en las luchas por restituir su soberanía, lo cual duró hasta 1814 y no podía destinar ni recursos ni atención a Santo Domingo, como en efecto ocurrió, por eso hemos dicho la España Boba fue un período perdido entre la  inestabilidad y la miseria que a la postre facilitó la ocupación haitiana a partir de 1822.

 

Fuentes bibliográficas:

-Francisco Bernardo Regino Espinal, Entre Bayona y Bondillo: Guerra de Independencia de España y Guerra de La Reconquista de Santo Domingo, 1808-1814. Revista Clio No. 193, Año 2017.

-Cesar Herrera Cabral, El gobernador y capitán general Carlos Urrutia Montoya (1813-1818). Revista Clio, No. 189, Año 2015.

-María Isabel Paredes Vera. La Constitución de 1812 en Santo Domingo. La génesis de la Independencia Efímera de Núñez de Cáceres y los primeros periódicos dominicanos. Clio No. 184, Año 2012.

-Carlos Esteban Deive, Historia General del Pueblo Dominicano, Tomo III

-Quisqueya Lora H., Historia General del Pueblo Dominicano, Tomo III

-Américo Moreta Castillo, Historia General del Pueblo Dominicano, Tomo III

-Juan Bosch, Composición Social Dominicana

-Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, El Caribe Frontera Imperial

 

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