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martes , 23 abril , 2024

Abdeslam asegura que no quiso detonar su cinturón de explosivos

París,- Salah Abdeslam, el principal acusado del juicio de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y Saint Denis, se negó este miércoles a aclarar la mayor parte de las incógnitas que persisten sobre esa masacre, aunque sí desveló una: que por voluntad propia rechazó accionar su cinturón de explosivos.

En una jornada clave para colocar las piezas del puzzle que siguen pendientes sobre la masacre que causó 130 víctimas mortales en las acciones yihadistas en el Estadio de Francia, varias terrazas de la capital y la sala de espectáculos Bataclan, Abdeslam amenazó con no desvelar los secretos que solo él conoce, antes de conceder algún detalle.

«No pude ir hasta el final. Renuncié a activar mi cinturón. No por cobardía, no por miedo. Porque no quería, es todo», dijo el acusado, vestido de negro, con una poblada barba negra, tras tres horas de interrogatorio en el que había guardado un sepulcral silencio.

Agregó que fue en vísperas de los atentados, en un encuentro en Charleroi (Bélgica) con Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados, cuando se vio dentro del dispositivo asesino: «Es en ese momento cuando mi vida cambió», aseguró Abdeslam, que se dijo arrastrado por su hermano Brahim.

Una confesión que corrobora la que la víspera había hecho su amigo Mohamed Abrini, quien señaló que era él y no Salah Abdeslam quien debía formar parte de los comandos en el plan inicial, pero que decidió renunciar unos días antes, por lo que Brahim pidió a su hermano que le sustituyera.

VERGÜENZA Y TEMOR

Abdeslam confesó también que los días siguientes mintió a sus otros cómplices al decirles que el cinturón de explosivos no había funcionado: «Sentía vergüenza de no haber llegado hasta el final. Temía lo que pensaran los otros. Y tenía 25 años».

Confesó también haber abandonado el cinturón de explosivos en el sur de la ciudad tras haber retirado el detonador y la batería para evitar su activación.

Un experto que analizó el artefacto confirmó que no estaba operativo por esos motivos.

Abdeslam apenas dio otros elementos, escudado en el silencio para evitar -según dijo- que sus palabras fueran sacadas de contexto y por considerar injusto un proceso en el que no se tiene en cuenta el sufrimiento de los musulmanes que perecieron en los bombardeos de la coalición internacional contra el grupo Estado Islámico (EI) en Siria.

«Si ustedes miran lo que el EI hizo y no lo que ustedes hicieron, no van a dar un veredicto equitativo (…). Me gustaría que la gente que perdió a sus allegados en los bombardeos también pudiera declarar», aseguró.

«Durante seis años no quise hablar y en el juicio pensaba hacer lo mismo. Pero cambié de idea por respeto (…). Pero no quiero hablar más, no puedo hacerlo más», dijo en un primer momento, antes de que en el tramo final volviera a testificar.

Antes escuchó la infinidad de elementos que apuntan a su culpabilidad, pero también su periplo en la noche del 13 de noviembre, en el Estadio de Francia, primero, donde depositó a varios suicidas, hasta el distrito 18, en el norte de la capital, donde abandonó el vehículo.

Pero Abdeslam no aclaró si en ese punto de la ciudad había programado otro atentado, como figura en la reivindicación que hizo el Estado Islámico.

Posteriormente, posiblemente en metro, se trasladó al sur de París, donde fue encontrado su cinturón de explosivos.

COBARDÍA TERRORISTA

El fiscal fue aun más duro y consideró «mentira» el intento del acusado de ser considerado como alguien que se vio arrastrado a los atentados en contra de su voluntad.

«La cobardía es la seña de identidad de los terroristas. No tiene usted ni un ápice de coraje», le espetó el fiscal Nicolas Le Bris.

El silencio de Abdeslam no decepcionó a los familiares de las víctimas, que no esperaban mucho del testimonio del acusado.

«No estoy decepcionada porque no esperaba que dijera la verdad. Podría haber hablado, pero cuando habla miente mucho. Me pregunto si era mejor que mintiera o que callara», aseguró a Efe Dominique Kelemoes, vicepresidenta de una asociación de víctimas.

Agregó que en este proceso no buscan alivio: «Ellos serán condenados a penas muy duras, pero nuestra pena es perpetua».

Luis Miguel Pascual

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