El gobierno de Morrison cerró sus fronteras en marzo pasado al inicio de la pandemia del nuevo coronavirus, y restringió la entrada al país a los residentes y ciudadanos australianos, quienes deben cumplir una cuarentena de 14 días en hoteles designados bajo una estricta vigilancia.
«Las restricciones a las llegadas internacionales en Australia se mantendrán en su forma actual. Esperamos que, en algún momento, eso pueda ser alterado. Pero ahora no vamos a poner más presión en las cuarentenas en todo el país y se mantendrán en vigor durante algunos meses», explicó Morrison en rueda de prensa en Camberra.
A raíz del rebrote de COVID-19 en Melbourne, que comenzó a finales de junio pasado y que se atribuye a un incumplimiento de la cuarentena en los hoteles de los viajeros internacionales, se cerró dicho aeropuerto.
El aeropuerto de Sídney, el más grande del país, ha impuesto un límite de 350 pasajeros por día, mientras que otros como Perth y Brisbane permiten entre 70 y 75 entradas internacionales diarias, además de cobrar unos 2.166 dólares (1.829 euros) por las cuarentenas en los hoteles.
Australia, que había reactivado su economía tras haber suprimido el virus en su territorio, afronta una segunda ola, principalmente de transmisiones locales que tiene su epicentro en Melbourne, y ha obligado a las autoridades del estado de Victoria a la que pertenece, al confinamiento total de sus casi 5 millones de habitantes.
Victoria, que hoy reportó 450 casos y 11 fallecidos, pasó de tener unos 2.200 casos a finales de junio a unos 13.990, más de la mitad de los más de 20.000 registrados en toda Australia hasta a la fecha.
El estado de Nueva Gales del Sur, en «alerta máxima» por varios focos de coronavirus principalmente en Sídney, reportó este viernes 11 infecciones, mientras que el de Australia del Sur, otros dos nuevos casos. E
