Madrid. Prendas que cambian de color con la exposición al sol, tejidos teñidos mediante el uso de bacterias o textiles que repelen el líquido y evitan ser manchados ponen de manifiesto que “renovarse o morir” sigue siendo la máxima en la industria de la moda.
La moda y sus cadenas de producción se reinventan de forma constante, en un continuo devenir por crear sistemas de producción de prendas que minimicen el impacto al medio o que hagan a la moda cumplir con funciones más allá de la estética, dando como resultado nuevas fórmulas que dan como resultado prendas innovadoras a partir de diferentes procesos y tejidos.
La llegada del verano trae consigo de forma recurrente el debate sobre los rayos UV, o lo que es lo mismo, la radiación ultravioleta, responsable, entre otras muchas cosas del bronceado veraniego y también de la absorción de la vitamina D en la piel. De este concepto futurista e intangible parte “UV react”, la nueva colección de Bershka.
Mediante una colección cápsula que invita a disfrutar del sol y que puede servir como reclamo para no olvidar protegerse de éste en los meses de verano, las prendas que componen la línea reaccionan al sol veraniego cambiando el color de sus básicos para hombre y mujer.
Una colección en la que, como no podía ser de otra forma, el blanco y el violeta, -tendencia cromática desde hace algunas temporadas designada por Pantone como “ultraviolet”- son los protagonistas de una colección que torna del blanco al malva al exponerse a la luz solar.
Piezas básicas que al exponerse a la luz ultravioleta revelan gráficos y estampados ocultos, y que van desde camisetas a camisas o bermudas, tendencia veraniega, hasta zapatillas unisex que adquieren diferentes tonalidades moradas al contacto con la luz.
De la luz de sol a la pigmentación de prendas a través de procesos que emplean bacterias o productos degradables, como es el caso del nuevo sistema de producción “Design to fade”, en el que la firma Puma ya investiga, en colaboración con el estudio de diseño sueco Streamateria y el proyecto holandés “Living color”.
Un proyecto que surge con el fin de alcanzar un futuro en el que “los métodos de producción sean sostenibles y los materiales reciclables”, según ha explicado Romain Girard, responsable de innovación de la firma, que convierte este diseño en el tercer proyecto de biodiseño de la marca desde 2016.
Con prendas que el estudio de diseño Streamateria proporciona como materia prima y resultado de una cadena de producción circular, se producen piezas con “estructura de malla impresa”, recubiertas con bioplásticos, que generan una prenda de textura similar a un tejido.
En un segundo paso y mediante el estudio de diseño “Living Color”, las prendas se tiñen a través de bacterias, alimentadas con un nutriente que las hace producir un pigmento capaz de teñir diferentes tipos de fibra.
También Zara apuesta por la investigación en nuevos tejidos y formas a través de algunas de sus prendas confeccionadas bajo el nombre “Power Stretch”, un método de producción que da como resultado prendas resistentes al agua que se adaptan a la forma del cuerpo y en el que Zara lanzó un “crop top” negro y unos leggins básicos de aberturas que, en pocas horas, colgaron el “agotado” en su página web.
María Muñoz