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jueves , 25 abril , 2024

Protocolo antipiojos y gárgaras: la vía austríaca para no cerrar las escuelas

Viena.- Aplicar el mismo protocolo que se usa para evitar contagios de piojos, una experimental prueba de la COVID-19 mediante gárgaras y el uso masivo de nuevas tecnologías.

Esos son los pilares del plan diseñado por Austria para garantizar la enseñanza en medio de la pandemia y no tener que volver a cerrar los colegios en caso de una nueva oleada de la COVID-19.

El Gobierno de conservadores y ecologistas anunció el miércoles un ambicioso plan para facilitar a todos los alumnos, a partir de los diez años de edad, un ordenador o una tableta, con copago del 25 % del precio.

Con una inversión inicial de 200 millones de euros (225 millones de dólares) para la entrega de los ordenadores o tabletas, el Gobierno impulsará además el desarrollo de una plataforma educativa unificada para facilitar la enseñanza digital.

NORMALIDAD EN SEPTIEMBRE

Los alumnos en Austria volvieron a las clases de forma gradual y en grupos reducidos desde mediados de mayo, sin que se hayan registrado apenas contagios con coronavirus hasta ahora.

De cara al retorno a clases después del verano, el ministro de Educación, el conservador Heinz Fassmann, y el titular de Salud, el ecologista Rudolf Anschober, confían en una situación de plena normalidad, pese a no descartar una segunda ola de la pandemia.

Hans-Peter Hutter, vicepresidente del Centro de Salud Pública de la Universidad de Medicina de Viena y asesor del Gobierno austríaco, resaltó en declaraciones a Efe los efectos nocivos que tuvo para muchos menores y familias el cierre durante nueve semanas de las guarderías y colegios.

ESCUELAS ABIERTAS

«La principal meta es que ni las guarderías ni las escuelas tengan que cerrar. Sabemos que eso tiene grandes desventajas» para los niños y sus familias, resaltó el médico.

«La escuela y todo lo que implica (contactos sociales, actividad física…) es enormemente importante para el desarrollo de los niños», destacó Hutter.

A su vez, admitió que muchos han quedado rezagados en sus estudios por la falta de clases presenciales durante las restricciones para frenar la expansión del coronavirus.

La situación supuso además «una carga» y «dificultades en su trabajo» para muchos padres, añadió.

Por eso, como mucho, «se pueda quizá, puntualmente, enviar a casa a una clase entera» si resulta necesario debido a un posible brote, explicó el médico.

MODELO: LOS PIOJOS

Básicamente, la idea es actuar de forma similar a cuando un escolar tiene piojos: es obligatorio informar a las autoridades sanitarias y el alumno debe ser sometido a un tratamiento y no ir a la guardería o colegio hasta que no esté libre de la plaga.

«De lo que se trata es de que exista un procedimiento ya conocido, que no requiere más explicaciones», comentó Hutter.

Según el experto, la principal diferencia entre cualquier infección futura por coronavirus y el estallido de la pandemia en marzo es el conocimiento adquirido desde entonces.

«Ahora hay que ir entrando de forma segura en una especie de rutina, con una reacción mucho más simple, pues ya no es algo completamente nuevo» y manejar la COVID-19 «de la misma manera que otras enfermedades contagiosas», resumió.

La clave es encontrar medidas alternativas a aquellas que resultan muy difíciles de mantener en la práctica, como el actual sistema de turnos de las clases, impuesto tras la reapertura de las escuelas el 18 de mayo para reducir a la mitad los alumnos en los colegios para garantizar la distancia mínima de un metro.

TEST NO INVASIVO

Sin embargo, hay una diferencia decisiva entre la SARS-CoV-2 y otros males infecciosos, como el sarampión o la varicela, y es que la gran mayoría de los niños que se contagian y propagan el coronavirus no presentan síntomas.

Por ello, su detección requeriría pruebas a gran escala en los centros educativos.

En este contexto se enmarca un innovador método desarrollado por científicos austríacos que promete un nivel de seguridad similar al test PCR recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la ventaja de que es mucho menos desagradable.

En lugar de extraer las muestras de la parte posterior de la nariz, la persona debe hacer gárgaras durante un minuto.

«Es un método sencillo», mientras que el PCR «es un procedimiento horrible para los niños», recordó Hutter.

Un total de 3.000 menores y pedagogos participan en el proyecto piloto lanzado el pasado lunes en nueve colegios vieneses para verificar con ese nuevo método la prevalencia del virus.

INCIERTA PLANIFICACIÓN

«Cada vez hay más cosas que pueden simplificar los procedimientos para hacer frente a la enfermedad», se congratula Hutter.

Pese a todo, la inédita crisis del coronavirus no permite descartar nada.

«Desde el punto de vista de hoy, se espera y desea que el funcionamiento de las escuelas sea prácticamente normal. Pero no somos clarividentes y, por lo tanto, habrá que estar preparado a aplicar ciertas medidas de vuelta», como la obligación de llevar mascarillas en el colegio.

«Las escuelas necesitan ahora hacer los planes (para el otoño), pero es difícil. En caso de una epidemia, no se puede descartar que en otoño la situación haya cambiado», advirtió el epidemiólogo.

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