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sábado , 20 abril , 2024

La COVID-19 deja seca la celebración del año nuevo budista en Tailandia

Bangkok.- Las tumultuosas batallas de agua y fiestas interminables han desaparecido este año del festejo del año nuevo budista en Tailandia, que comienza este lunes bajo las medidas implementadas por las autoridades para frenar la expansión de la COVID-19.

Mientras que en años anteriores las grandes avenidas y lugares turísticos de Bangkok, como el barrio mochilero de Khao San, se trasformaban en el escenario de una guerra sin cuartel a manguerazos, cubos o con sofisticadas pistolas de agua, esta jornadas la ciudad registró la normalidad de un día laborable, aunque con menos tráfico de lo habitual.

Los grupos de gente que tradicionalmente lucen camisas floreadas y que se aglomeraban en esquinas o comercios preparados para calar al viandante han desaparecido y en su lugar unos pocos valientes desafían las altas temperaturas y sin olvidar de ponerse mascarillas.

A mediados de marzo, el gobierno de Tailandia anunció la suspensión de manera indefinida de las vacaciones programadas entre el día 13 y el 15 de abril, y todos los actos de celebración del «Songkran».

Por entonces los casos confirmados del nuevo coronavirus no llegaban a 150, y se reducían a Bangkok y alguna ciudad turística.

A día de hoy, las autoridades sanitarias han detectado infectados por el COVID-19 en casi todas las 77 provincias del país y los números se sitúan 2,579 infectados, con 40 fallecidos.

MONJES CON MASCARILLA

En el templo Thatthong, en el distrito comercial de Ekkamai, pocos son los feligreses que acuden hoy a realizar ofrendas y recibir las plegarias de un monje, que en esta ocasión luce una mascarilla quirúrgica y gafas para su propia protección.

Antes de postrarse en el suelo frente al bonzo y a una distancia marcada de seguridad, a los creyentes se les mide la temperatura y se les rocía las manos con alcohol desinfectante.

«Este año es atípico», comenta a Efe un ayudante del religioso tras limpiar a conciencia la escudilla donde se colocan los donativos.

LEY SECA

Otra de las tradiciones de esta fecha que las autoridades ha pedido evitar son las reuniones familiares donde los jóvenes acuden a recibir la bendición de los mayores, especialmente de los ancianos, el grupo de riesgo más castigado por el virus.

El pasado jueves, el alcalde del área metropolitana de Bangkok, Aswin Kwanmuang, anunció además la orden de prohibir la venta de alcohol durante diez días, una medida que fue replicada por todas las provincias.

Esta ley seca temporal pretende atajar las reuniones de amigos y fiestas clandestinas durante el periodo dictado, dado que varios de los infectados han sido vinculados a focos en bares y discotecas.

LOS PAÍSES VECINOS TAMBIÉN CANCELAN LA CONMEMORACIÓN

La medida excepcional de cancelar de la celebración del año nuevo budista también fue replicada por Birmania, Laos y Camboya, países donde las guerras de agua también son masivas.

En Rangún, la principal ciudad birmana y antigua capital, el bullicio de los festejos del «Thingyan» ha cambiado por el silencio a raíz del confinamiento dictado desde el día 10 y hasta el próximo domingo en la urbe

Birmania, un empobrecido país con precarios medios sanitarios, confirmó su primer caso el 27 de marzo siendo uno de los últimos países de Asia en detectar el virus dentro de sus fronteras.

Desde entonces y con un bajo número de pruebas realizadas, las infecciones del nuevo coronavirus han aumentado hasta 41 casos, incluidos 4 decesos.

Otro de los países con poco más de 1.100 test realizados entre toda su población es Laos, donde al menos hay 19 personas con la COVID-19.

Las autoridades laosianas han solicitado a la población que permanezcan en casa el mayor tiempo posible durante el presente año nuevo, y eviten los viajes y visitar a los familiares.

Si bien permiten pequeñas celebraciones hogareñas y limitan el número de asistentes a las ceremonias para bendecir las esculturas de buda en los templos.

El primer ministro de Camboya, Hun Sen, quien durante el inicio de la epidemia actuó con parsimonia, dio su brazo a torcer el pasado martes y anunció la cancelación del año nuevo jemer.

El mandatario camboyano instó a todas las personas a acudir a sus puestos de trabajo y prometió conceder 5 días de vacaciones cuando termine la pandemia, que en el país afecta a 122 personas.

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