Por: Dr. Modesto Martínez
Juez de la Corte de Apelación de Niños, Niñas y Adolescentes del Distrito Nacional
Un día como hoy en el año 1844, se llevó a cabo uno de los encuentros armados más importante para defender nuestra reciente independencia.
La batalla de El Memiso, llamada así porque fue el lugar escogido por las tropas dominicanas, al mando del valeroso y, a mi juicio, subvalorado Antonio Duverge, secundado por Felipe Alfau, contra las tropas haitianas comandadas por el coronel Pierre Paul.
Tal parece que la fuerza del Memiso, (recordemos que el nombre de Memiso proviene de una planta nativa cuya característica principal es que se abre paso con fuerza avasallante en los más difíciles de los medios, propiciando luego el florecimiento de otras, para mejoría del ecosistema), aumentó el espíritu guerrero del dominicano que pudo enfrentar, con éxito, una fuerza mucho más numerosa.
A la batalla de El Memiso se le considera la tercera gran batalla, en orden de importancia, que libramos los dominicanos para defender nuestra recién nacida República, mas no el tercer encuentro como piensan algunos; recuerden que antes de las dos grandes batallas, las del 19 y 30 de marzo, se produjeron otros encuentros como el de La Fuente de Rodeo que fue el primero, ocurrido el 13 de marzo y el de La Cabeza de las Marías y Las Hicoteas que fueron el 18 del mismo mes, en los que tuvieron destacadas participación los patriotas Fernando Tavera, Vicente Noble, en la Fuente de Rodeo y Manuel de Regla Mota, José María Cabral, Lucas Días entre otros, en las Cabezas de Las Marías y Las Hicoteas; que aun cuando no ganamos estas últimas,( recordemos que perdimos las batallas de la Cabeza de las Marías y Las Hicoteas), la inspiración patriótica quedo plasmada en cada golpe de machete.
Quise recordarlas la importancia de la significación de este día en el que los dominicanos reafirmamos nuestra determinación de ser libres, no solo de la tiranía o de la intromisión de una fuerza extrajera; sino también de aquellos que motivados por la codicia y la sin razón, secuestran cada día nuestras esperanzas.