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jueves , 25 abril , 2024

Boris Johnson, alcalde feliz del Londres Olímpico

Madrid.- «Lo que nos mueve es inspirar a una generación, no necesariamente crear una nueva generación, que es a lo que se dedican a veces en la Villa Olímpica».

La frase, pronunciada ante un grupo de respetables empresarios en la víspera de los Juegos de 2012, resume perfectamente el carácter jocoso, sin etiqueta, por el que se conoce públicamente al primer ministro británico Boris Johnson.

Ingresado en el hospital St Thomas de la capital británica por coronavirus desde el pasado domingo, Johnson acaba de engrosar la dichosa estadística de pacientes dados de alta en la Unidad de Cuidados intensivos. Su salud mejora y «su estado de ánimo es extremadamente bueno», destacan desde Downing Street.

Johnson fue el alcalde del Londres olímpico, aquella ciudad que en 2012 rizó el rizo de su cosmopolitismo al recibir a deportistas y turistas de más de 200 países en una celebración deportiva inolvidable.

El mito de la frenética actividad sexual que esconde la Villa Olímpica corre de edición en edición de los Juegos sin que se sepa cuánto hay de cierto, pero Boris Johnson lo dio por válido con su broma. Los 150.000 preservativos que se repartieron en la Villa de Londres, a razón de 15 por cada uno de los 10.500 deportistas alojados, justificaban su comentario.

Dos semanas antes de pronunciar esa frase, Johnson cumplió con otra ceremonia que se repite de forma recurrente cada cuatro años: el alcalde de la ciudad olímpica va a conocer las instalaciones de la Villa, prueba el menú del comedor, abre los grifos para comprobar si sale agua y se tumba en la cama de uno de los apartamentos para asegurarse de que sea cómoda.

Boris Johnson se lanzó con su alegre corpulencia sobre ese camastro básico, pensado para un boxeador peso pluma, en el que un tipo de su talla apenas podría darse la vuelta sin caer el suelo. Sonríe a la cámara con las manos cruzadas sobre el estómago y los pies en el aire, sin atreverse a ensuciar la colcha con los zapatos.

¡La colcha! Ese trozo de tela es lo único que distingue a unas villas de otras. Las habitaciones son la quintaesencia de la austeridad -cama, mesilla, lámpara- y solo gracias al cobertor un deportista que se despierte confuso a media noche, quizás por el ‘jet-lag’, podrá adivinar en qué Juegos compite. Londres eligió un estampado con los pictogramas de los deportes olímpicos, un brochazo de color sobre el tono anodino del aglomerado.

También Johnson fue una irrupción constante de color durante aquel mes olímpico. Cuando llegó al cargo en 2008, los Juegos ya estaban concedidos a su ciudad y el mundo entraba en una crisis mundial a la que no se le veía el final. El nuevo alcalde mantuvo los compromisos con el COI y contribuyó a que los costes se abaratasen al propiciar el uso de instalaciones ya existentes o la construcción de estructuras desmontables de primer nivel.

Se subió a una bicicleta en el velódromo, vio partidos de baloncesto junto a Arnold Schwarzenegger, jugó a boccia con los paralímpicos… Johnson disfrutó de los Juegos como un olímpico más. Fueron «el evento más extraordinario» al que recordaba haber asistido.

Una de las imágenes más reproducidas de su carrera corresponde al día en que se quedó colgado de una tirolina que él mismo había inaugurado en Victoria Park con motivo de los Juegos. «Como un trapo en un tendedero», tituló la prensa al día siguiente. Él se lo pasó en grande, consciente de que pocos cargos políticos puede haber más gratos que ser alcalde de una ciudad olímpica.

Con el mismo buen humor que vivió aquellos Juegos podrá reírse ahora, durante su convalecencia, de los memes y los chistes hechos esta semana a su costa, por sus dudas iniciales sobre la gravedad de una enfermedad que le ha afectado de lleno.

Está «en la fase temprana de su recuperación», pero ya «interactúa» con su equipo médico. Excelente señal. Si en algún terreno se mueve Johnson a sus anchas es en el de la interactuación. Por eso fue tan feliz como alcalde olímpico. En cuanto ponga el pie fuera del hospital no tardará ni un minuto en dar una muestra más de ese carácter jocoso y sin etiqueta. Parece que será pronto. Salud, primer ministro.

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