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viernes , 19 abril , 2024

El sistema hospitalario argentino se prepara para la fase aguda de COVID-19

Buenos Aires.- Ayudados por la cuarentena obligatoria, los casos de coronavirus en Argentina crecen a ritmo lento, pero suben sin pausa y las autoridades ya alistan contrarreloj el sistema sanitario de cara a la fase crítica de la pandemia de COVID-19 en el país.

«Ganamos tiempo», asegura el ministro de Salud, Ginés González García, al aprovechar la lejanía de Argentina de los países con mayor circulación del virus para repartir respiradores a hospitales de todo el país, adquirir insumos críticos y sumar el número de camas de internación en terapia intensiva disponibles a nivel nacional, que por ahora alcanzan a unas 8.560 entre los sectores público y privado.

Argentina registró su primer caso de COVID-19 el 3 de marzo y poco más de dos semanas después ordenó el aislamiento social preventivo obligatorio: actualmente suma 1.628 casos confirmados, de los cuales 53 fallecieron y otros 325 recibieron el alta médica, mientras que unas 93 personas se encuentran internadas en terapia intensiva.

CONTROVERSIAS POR LOS RESPIRADORES Y CON EL SECTOR PRIVADO

El sistema de salud argentino tiene sus particularidades, con una enorme red de prestadores privados y sindicales que atiende a los clientes de la medicina prepaga, a socios de las obras sociales sindicales y provinciales y de la mutual de jubilados PAMI, que cuenta con cerca de seis millones de afiliados, más un servicio sanitario público nacional, provincial y municipal abierto y gratuito para toda la población que lidia muchas veces con la falta de insumos y presupuesto.

Ante este escenario complejo y la urgencia de la pandemia, desde el Gobierno se insistió en brindar una atención equitativa a una sociedad con más de un tercio de la población en la pobreza y enormes desigualdades, pero no todas las iniciativas fueron bienvenidas.

La propuesta de González García de coordinar de forma centralizada desde el Estado los recursos de atención y las camas disponibles en los sistemas público y privado de salud generó controversia, ante el temor de algunos sectores de una nacionalización de las compañías de medicina prepaga, y finalmente fue dejada de lado pese a que desde la cartera sanitaria se insiste en que todos los ciudadanos accedan a un servicio «igualitario».

También causó cierta polémica la decisión de González García de acaparar la distribución «equitativa» de los equipos de respiradores desde el Gobierno nacional, por lo que decidió comprar la producción local pese a que provincias y municipios ya habían encargado -y en algunos casos incluso pagado- equipos a los fabricantes privados.

DE HAITÍ AL BARRIO PORTEÑO DE POMPEYA

Ante la emergencia, las Fuerzas Armadas sumaron su red sanitaria y hospitales militares reubicables, como el de la Fuerza Aérea, que en sus módulos suma 24 camas de aislamiento y dos de terapia intensiva a las del Hospital Aeronáutico Central en el barrio de Pompeya en Buenos Aires.

«El hospital militar reubicable hace 39 años que está en poder de la Fuerza Aérea y ha participado en numerosas misiones de Naciones Unidas. En este caso con un temperamento muy importante porque ahora nos preparamos para atender a nuestros ciudadanos argentinos», destaca a Efe el comodoro Rodolfo Guillamondegui, director general de Sanidad de la fuerza.

Este hospital reubicable participó en misiones de Naciones Unidas en Haití, Mozambique y Kosovo y asistió en Chile a los damnificados por el terremoto en 2010 y cuenta hoy con profesionales militares y civiles que trabajan en otras áreas pero fueron reagrupados para asistir en la pandemia.

«Tuve la posibilidad de estar destinada en Haití, donde atendimos distintas patologías como dengue, malaria, tuberculosis, por eso para mí es un gran honor y muy emotivo volver para hacerme cargo de este hospital», asegura la vicecomodoro Daniela Ibarra.

¿SE HACEN TODOS LOS ANÁLISIS DE COVID-19 QUE SE DEBERÍAN?

El lento crecimiento del número de infectados de coronavirus en Argentina podría ser, según algunos analistas, consecuencia de que sólo se realizan análisis a una pequeña porción de la población porque durante las primeras semanas se contaba con pocos reactivos y todo estuvo centralizado en un solo laboratorio oficial, el Instituto Malbrán de Buenos Aires.

Peor aún cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a insistir en que se hagan todos los tests posibles para dimensionar la pandemia en cada país.

Sólo en los últimos días, con la llegadas de más reactivos, se descentralizó el sistema de estudios a laboratorios provinciales y nacionales a lo largo del país, lo que agilizó el trámite en momentos en que se ha confirmado ya la transmisión comunitaria del COVID-19.

«Hoy tenemos más de 100.000 tests y hemos pedido medio millón», precisó el ministro de Salud, al advertir que para diagnóstico sólo es útil en estos momentos el denominado PCR, que demora entre 10 y 12 horas.

En tanto, en unos días llegarían unos 200.000 de los denominados tests rápidos, que con una extracción de sangre permite conocer el resultado en minutos, pero es efectivo solo después del séptimo u octavo día de infección porque mide los anticuerpos para la enfermedad, por lo que no es útil para el diágnostico ante los primeros síntomas.

EL APORTE DE LA CIENCIA ARGENTINA

La ciencia argentina se destaca en la región con tres premios Nobel, más allá de los vaivenes presupuestarios y políticos en un país acostumbrado a la crisis, y frente a la pandemia, que llegó al país pocos meses después de la asunción del Gobierno del peronista Alberto Fernández en diciembre, decidió asumir los desafíos que plantea la situación.

Andrea Gamarnik, directora del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires y del directorio de virología molecular del Instituto Leloir, pone especial énfasis en la rápida reacción de los científicos locales para articular de proyectos para desarrollar kits de diagnóstico y serológicos, además de trabajos en informática, genómica y epidemiología.

«Hay desarrollos que están muy cercanos y que van a poder hacer el análisis en forma mucho más rápida. Algunos van a detectar directamente al virus, son los más informativos porque se pueden aplicar para diagnóstico, y otros serán tests serológicos que no son los que estarían en la primera línea para indicar diagnóstico, pero son rápidos y se podrían hacer a nivel poblacional para dar mucha información sobre la evolución de la pandemia», señala.

La iniciativa de los expertos cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que además aporta fondos para las empresas tecnológicas que avanzan en desarrollos médicos y de sistemas de diagnóstico.

También se dedica a la prospectiva para «llevar al Poder Ejecutivo un estudio matemático, físico, de modelos de cómo se puede desarrollar la pandemia y cómo puede esa pandemia evolucionar de acuerdo a cómo se modifiquen las condiciones de restricción social que hoy tenemos», explica a Efe el jefe de la cartera, Roberto Salvarezza.

El ministerio desplegó en tanto equipos de ciencias sociales en todo el país, con casi 500 investigadores, para determinar «qué impacto va a tener en los aspectos socioeconómicos de la Argentina».

Para Salvarezza, afrontar «una pandemia desde el conocimiento, significa poner todas las capacidades del sistema científico a atender ese problema».

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