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El arte urbano, el legado final de Ernesto Cardenal en su utópica Solentiname

Wilder Pérez R.

Solentiname (Nicaragua),  (EFE).- Solentiname, el archipiélago donde el poeta y teólogo Ernesto Cardenal (1925-2020) fundó una comunidad de artesanos y de donde salió un grupo guerrillero que atacó uno de los cuarteles de la Guardia de Somoza, acoge ahora en sus calles algunas pinturas de arte urbano, el último legado del recién fallecido sacerdote trapense.

Un pez que se imagina con alas, en una pared aislada de una colina, una lagartija dibujada en un tanque abandonado entre matorrales, o una danza de peces en una estructura de concreto abandonada, están entre las piezas que conforman dicho legado.

Contrario al resto de la herencia artística en el archipiélago de 36 islas, el arte urbano no llegó a Solentiname directamente de Cardenal, sino de su fama universal, ya que el creador fue un joven francés que llegó hasta estas islas del Gran Lago de Nicaragua, intrigado por el poeta y su comunidad, según cuentan los lugareños.

INFLUENCIA INDIRECTA

«Un día vino, hace como dos años, queriendo pintar. Los niños lo seguían mucho. Hizo muchas amistades y se le ocurrió pintar esas cosas», dijo a Efe Lidia Castillo, quien le dio posada al francés, del que los isleños solamente recuerdan como Fabricio, y que marcaba sus creaciones con la firma «Oré».

Pero el arte urbano en una isla de pequeñas casitas junto a una angosta vereda, no es extraño para los pobladores de Solentiname, que se enorgullecen del «arte primitivista» inculcado desde hace 50 medio siglo por el autor de «Hora cero».

«A veces dibujamos algunas cosas en las paredes, porque nos gusta la creatividad, la artesanía primitivista de uno. Queremos ver lo original que nosotros pintamos, por eso vas a ver en algunas casas que tal vez las paredes están pintadas, o tal vez tenemos de adorno las piezas, o los asientos», explica José Francisco Peña, en cuya casa parece no haber un elemento que no sea creativo.

La llamada «vena artística» ha superado las aspiraciones profesionales de algunos que son considerados un poco más que artesanos, como el caso de Rafael Chavarría, según cuenta su padre, del mismo nombre.

«Mi hijo estudió derecho, pero jamás sacó la monografía. Dijo que lo que le gustaba era pintar, y expone y vende en Managua», dice Chavarría, uno de los primeros alumnos de Cardenal, y el novio en el primer matrimonio celebrado por el trapense en Solentiname.

ARTE PRIMITIVISTA

Los dibujos, o pinturas o arte urbano en versión primitivista, según quien los vea, están en las paredes de las casas, pero también en las de la capilla de Solentiname, restaurada múltiples veces por el poeta, donde este sábado fue oficiada una misa por su reciente fallecimiento.

Antes de la misa, el sacerdote de la ciudad de San Carlos, Luis Zavala, quien viajó en lancha hasta Solentiname, mostró su admiración por el legado de Cardenal.

«El testamento de vida personal es una misión muy bonita, y el padre Cardenal se dedicó a eso. Los sacerdotes queremos siempre hacer un poco de lo que hizo Jesús, y eso fue lo que él hizo», dijo a Efe el sacerdote Zavala.

En Solentiname no hay quien no diga que el poeta Cardenal cambió la suerte de la isla.

Aquí el escritor, teólogo y escultor fundó una comunidad de campesinos, pintores y poetas en la década de 1970 que apoyaron a las guerrillas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocaron con las fuerzas de las armas y el apoyo de la comunidad internacional a la dictadura de los Somoza (1937-1979).

«Antes el día de trabajo en el campo valía cinco pesos (0,15 centavos dólar), Cardenal llegó y nos pagó 12 pesos (0,36 dólares) la jornada, al aprender la pintura con Cardenal y los otros pintores que trajo, nosotros vendíamos un cuadro en 400 pesos (12 dólares)», recuerda Chavarría.

TRASCENDENCIA

Sobre todo, los isleños se enorgullecen de ser «conocidos mundialmente» gracias a Cardenal, pero sobre todo, de tener mayores aspiraciones.

«Uno, como estudiante, quiere salir de la isla para estudiar en la universidad desde que él está. Yo también quiero hacerlo», comentó el joven Inmer Leytón, quien estudia la secundaria los días sábados, único turno escolar en Solentiname.

Este sábado los 70 estudiantes del centro escolar de Solentiname interrumpieron sus clases para asistir a la misa de Cardenal, y posteriormente entonaron canciones de amor a Nicaragua junto con familiares y allegados del poeta.

No muy lejos están el pez con alas, la lagartija y los peces danzando, mientras en el templo continúan expuestos los dibujos de hace 50 años. En Solentiname creen, más que legado, es el propio Ernesto Cardenal el que se ve en el arte urbano.EFE

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