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¿Todas queremos ser princesas?

Inmaculada Tapia
Madrid,  (EFE).- En la era del empoderamiento femenino, Disney sigue arrasando en taquilla con princesas que recuperan estereotipos del pasado, pero las películas de animación no son las únicas que representan a protagonistas en busca de su «príncipe azul», la falta de educación visual impide estar alerta.

Esa es la conclusión a la que llega Ana Vicens, doctora en Comunicación Audiovisual, autora del libro «Heroínas o Princesas: La evolución de las protagonistas de Disney» (UNIR Editorial), en el que analiza la influencia en el imaginario colectivo de las películas de princesas más representativas y que más han recaudado en taquilla.

«Estamos tan acostumbrados a asumir estereotipos que ni nos damos cuenta», explica a Efe Vicens, que reclama como freno la «alfabetización audiovisual» para enseñar a los niños a ver y analizar con sentido crítico, un aprendizaje tan necesario «como la lectura».

Vicens reclama la atención sobre películas aparentemente inofensivas como las de Disney, que «todos tenemos en nuestra memoria» y que pueden condicionar a largo plazo las relaciones amorosas, sociales o familiares. «Nos cuesta verlo porque nos cuesta ser críticos con nuestra infancia».

Dejamos que la televisión se convierta en «niñera» porque llevan el sello Disney y da «confianza» a los padres, pero la realidad es que son historias «cargadas de estereotipos», que modifican los cuentos reales de Hans Christian Andersen para adaptarlas a la cultura americana a sus «ideas morales y éticas».

Argumentos que se trasladan, según Vicens, al cine adulto en personajes como Carrie Bradshaw de «Sexo en Nueva York», Vivian Ward de «Pretty Woman», o Slim en «Sucedió en Manhattan», «cenicientas en busca de su príncipe azul».

Cuando no existe una mente crítica que ayude a analizar los contenidos que visualizamos, en la edad adulta «aceptamos, sin darnos cuenta» tópicos que han quedado fijados en nuestra mente desde la infancia sin perturbarnos.

«Yo animo a la gente a reescribir estas historias como ha hecho Disney con los cuentos clásicos», porque el cuento de «La Sirenita» no acaba tan bien como la película y pocos saben que, en el relato escrito, «Blancanieves» acaba vengándose de manera «cruel» de su madrastra.

Los personajes femeninos de Disney están construidos basándose en el amor a primera vista, en el «felices para siempre», donde «la curiosidad y rebeldía» de los personajes femeninos quedan relegadas a un segundo plano.

«Hoy no tendría sentido un personaje como el de Blancanieves o una chica como Ariel que se casa con 16 años», señala la doctora en Comunicación Audiovisual, «las historias van acorde con el público, pero a una velocidad más lenta de lo que evoluciona la sociedad» y «no sirve de nada si a las niñas se las presentamos en un ‘pack'».

La autora del libro señala que si se considera que la violencia de los videojuegos condiciona esos mismos actos en los colegios, por qué no se admite que ver «una y otra vez» estas películas tiene una relación directa con la «baja autoestima y la anorexia» en las niñas.

Los patrones son cada vez más «delgados», basta observar las siluetas de las protagonistas de «Frozen», «las más delgadas de las princesas hasta ahora» y los personajes que más se cambian de ropa de toda la saga de princesas. «No hay que olvidar que el relato está al servicio del marketing».

Incluso en esta última película los roles están encasillados hasta el punto de que se cuestiona por qué Elsa no tiene novio. Algo que ni se plantea en un personaje como Luke Skywalker, porque «importa más su aventura» y, sin embargo, no estamos acostumbrados a ver a «mujeres fuertes y sin pareja, excepto si es la mala».

Películas que la autora del libro considera que forman parte de la historia del cine, «obras de arte», «excelentemente» documentadas, cargadas de simbolismo y con maravillosas canciones, algunas de las cuales han logrado alzarse con un Óscar.

Sin embargo, desde una perspectiva de género, en las nuevas heroínas «no existe» una completa evolución, «incluso las más recientes mantienen una base conductual común» a las de las primeras princesas creadas por Disney.

A pesar de algunos cambios «innovadores» como la muestra del poder femenino «como algo positivo», un «falso» feminismo impregna las películas más actuales, donde los personajes siguen demostrando su dependencia de los personajes masculinos, y la belleza y la delgadez se presentan como signos de bondad y muestran la imperiosa necesidad de encontrar una pareja amorosa, concluye Ana Vincens. EFE

 

 

 

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