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miércoles , 24 abril , 2024

República Dominicana se libra de Dorian 40 años después del ciclón David

María Montecelos


Santo Domingo  (EFE).- Carlita aún tiembla cuando un huracán se aproxima a República Dominicana. Aunque hayan pasado 40 años, recuerda el horror que causó el ciclón David, así que el avance de Dorian, que parecía ir directo al país, la ha tenido en vilo hasta que cambió de rumbo y se alejó.

Cuatro décadas después de ese 31 de agosto de 1979, cuando tocó tierra David como un poderoso huracán de categoría 5, esta anciana continúa viviendo, al igual que decenas de familias, en una de las casas de madera y zinc que parecen mantenerse en pie a duras penas y que fueron construidas entonces como refugio provisional.

Esta barriada se levantó en Los Alcarrizos, municipio vecino a Santo Domingo, para dar cobijo a los damnificados por el huracán David, y desde entonces estas viviendas precarias se convirtieron en el alojamiento permanente de estas familias, que viven en extrema pobreza.

Ahí subsiste Carlita con otras seis personas, incluido su esposo, de 100 años, y un nieto que zascandilea desnudo mientras su abuela muestra resuelta su paupérrima morada.

Mientras, un grupo de vecinas forma un corrillo hablando de esto y de lo otro. Y no dudan en denunciar ante la prensa la precariedad de sus condiciones de vida y la preocupación que las atenaza cuando hay alertas de huracán.

Las mujeres se quejan especialmente de que cuando hay tormenta la calle de tierra donde levantaron las chabolas se convierte en un auténtico río y el agua se cuela por los agujeros de los tejados de zinc.

«Cuando dicen que va a llover tengo que salir corriendo con los muchachitos a refugiarme donde los amigos», afirmó Marta Virginia en declaraciones a Efe.

Todas coinciden en señalar que nunca han obtenido ayudas, que ha habido muchas promesas, pero que nunca han recibido «una mano amiga», afirma Marta Virginia, mujer que también vive en una de esas infraviviendas desde el paso del huracán David, cuando pusieron «cuatro tablas» y el tejado de zinc. «Y todavía estoy metida aquí», comenta.

«Y el Gobierno dice que ya desalojaron Los Alcarrizos», denuncia Marta Virginia, tras enumerar las carencias de su vida cotidiana, sin agua corriente y con constantes cortes de electricidad.

A pocos metros de esas precarias viviendas hay varias torres de apartamentos, humildes, que se construyeron hace años para alojar a los damnificados, pero fueron insuficientes.

Además, según explicó a Efe un comunitario que se identificó como Juan, algunos vendieron la casa que se les asignó y siguieron ocupando los barracones.

En otro núcleo de Los Alcarrizos vive Geraldo, que también lleva cuatro décadas, desde sus 14 años, habitando uno de estos chamizos de unos pocos metros cuadrados, delimitados por tablones y cubiertos por hojalata, atestados de cosas y donde la ropa de la familia se amontona por los rincones.

El día que David se cebó con Santo Domingo, Geraldo se refugió en casa de un familiar, donde, a través de una persiana, presenció la furia del fenómeno. «Yo veía las palmas que volaban por los aires, el zinc, las casas, todo…».

Tras el desastre, en diciembre de 1979 las autoridades les trajeron a estas viviendas supuestamente provisionales, donde permanece desde entonces, luchando contra las precariedades, aunque dice tener mejores condiciones que otros que «no tienen todavía baños donde evacuar».

El hacinamiento es lo más habitual en estas pequeñas casas, aunque no es el caso de Mariano, conocido como el Peque, otro veterano de esta precaria vecindad, que vive solo con sus gallos. Los cría para peleas o para venderlos, y ese es su único sustento, que no le alcanza para dignificar su residencia. Como el resto de sus convecinos, pide ayuda del Gobierno.

Las quejas por la falta de atención por parte de las autoridades para mejorar sus condiciones de vida surgen sin excepción al hablar con los habitantes de esta zona, que contuvieron la respiración durante la semana ante el avance de Dorian que, afortunadamente, se alejó de República Dominicana.

Pero por ahora, ni la Alcaldía de Los Alcarrizos, ni el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) ni la Presidencia de la República supieron informar a Efe si hay proyectos a la vista para mejorar la situación de las familias que habitan estas infraviviendas.

David fue uno de los ciclones más devastadores que han alcanzado al país, causando centenares de muertes y dejando a miles de dominicanos sin hogar.

En 1998, se repetía la tragedia de la mano del ciclón George y también las tormentas Olga y Noel causaron estragos en 2007.

En los últimos 12 años, sin embargo, las temporadas ciclónicas no han castigado severamente a República Dominicana que, según dicen los propios dominicanos basándose en los cambios de trayectoria de los fenómenos que los han amenazado, está bendecida frente a los huracanes.EFE

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