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viernes , 19 abril , 2024

El Cuchicheo

Publicado por Wilfrido Vargas en www.diariolibre.com

SANTO DOMINGO. Llevo muchos años observando los géneros musicales, como quien se para en un balcón a ver los carros pasar. Al permanecer allí, viendo y escuchando tantas ir y venir tan rápido notaba que a veces estas producciones no duraban ni tres meses porque se relevaban unas con otras. Esto hacía que yo mismo me confundiera y en ocasiones no supiera con claridad de cuáles géneros, tendencias e intérpretes se trataba.

Por mi parte ya estaba desesperado por ir al estudio a hacer lo que me gusta: música experimental. Sin embargo, no aparecía la canción que me hiciera decir: “¡Wow, ésta es!”. Y justo ahora, cuando la música urbana creció y se estableció en el poder, más me impacientaba. En mi carrera ha sido largo el camino recorrido en busca de esos colores con los que se identifica la gente en cada época.

La cambiante rotación de géneros, me llevó a reflexionar sobre cuáles son las tuercas que han estado flojas en el aparato de la inspiración, y que han requerido ciertos ajustes para lograr mejor consistencia. Es como si hubiese la necesidad de practicar una “autopsia” a los elementos que conforman esas cadencias, para determinar qué ha sido lo que las ha hecho llamar la atención del público de una manera tan espontánea. En mi humilde opinión ese debería ser el trabajo de un productor.

Me gustaría invitarlos a volver escuchar la canción “Mi Medicina”, en donde notarán que coquetea con esos elementos ligados al soca y al merengue. Lo mismo pasa si lo hacen con “El loco y la Luna”, cuya introducción se asocia con el funk, al estilo Michael Jackson de entonces. Y si escuchan el trabajo de “El Jardinero”, lo primero que van a encontrar son teclados, guitarras, rap en inglés y en español más otros elementos que procuran exhibir los códigos de esa cultura. De manera que si seguimos paseando por el grueso de nuestro repertorio, podría apreciarse con facilidad la constante diversidad de colores, matices y códigos del momento, en cada época que fueron grabadas esas obras.

Para nuestros fines definamos la música urbana como cualquier género o subgénero musical que use elementos del hip hop.

El hip hop es un estilo musical que se consolidó en la ciudad de Nueva York de los años 70’s que incorpora al DJ como recurso y se alimenta de otros géneros como el funk, el rap y el soul. En cuanto a los instrumentos, podemos mencionar sintetizadores, tocadiscos, cajas de ritmos, samplers, teclados y todos los sonidos electrónicos que usted escucha también en el reguetón, e incluso en merengues o bachatas que intentan tomar esos matices y elementos que definen esa cultura.

A eso, es a lo que yo le llamé siempre, música urbana. Por supuesto, esta definición es un atajo solo para salir del paso, puesto que este artículo no es para definir estilos musicales, sino para ofrecerle al lector el contexto de mi más reciente tema musical titulado: “El Cuchicheo”. Del cual quiero contarles cómo nace.

Un día a las 8 de la mañana me llamó Rudy Ventura, mi compadre, compositor y productor de cabecera y me dijo: “Compadre, oiga esto…”, y me cantó solo una estrofa de “El Cuchicheo”. Tan pronto escuché aquello, le arranqué el brazo y le dije: “¡compadre, hablamos luego!”. Lo dejé con la palabra en la boca y le cerré el teléfono.

Al llegar esta obra a mis oídos y a mi mente, decidí bajar del balcón por el que veía los géneros musicales atascarse en las autopistas de las sonoridades, como si fueran carros. Y me atreví a “salir del closet”, directo al estudio de grabación escoltado por la canción y el momento ideal. En el estudio le dije a Lessing, mi cantante y productor del disco nuevo, que detuviera todo hasta que hiciéramos de ese bebé llamado “El Cuchicheo”, un niño fuerte y sano, ¡una obra contundente!

Debo confesar que me emocionó muchísimo. Este es el mejor trabajo que le he conocido al francotirador más preciso que tiene la composición urbana de la República Dominicana en estos momentos, mi compadre Rudy Ventura. Él logró ponerle a “El Cuchicheo” una etiqueta que lo saca de los estribillos callejeros y fomenta un desarrollo evolutivo a las líricas tradicionales de la hoy, música urbana.

En palabras del autor de la obra: “La historia trata de lo que se vive en el día a día, de cualquier barrio, sector, pueblo o campo del mundo, en donde se tiene ese amor o primer amor a escondidas, y que por rumores llega al oído del padre de la novia, que casi siempre lo rechaza. Al igual que ese romance oculto de personas adultas, que por los chismes de un tercero pone en riesgo el amor. Es la exclamación al mundo, el valor de decir: ‘Sí, estamos juntos ¿y qué?’, un acto de valentía del corazón. Ya como merengue, la propuesta, es sacar un sonido oxigenado, limpio, cristalino, con líneas melódicas que tengan la facilidad de enganchar, por su fraseo percusivo, con una estructura no muy cargada que no robe protagonismo a la historia que narra la canción. Este tema está revestido de los colores del reguetón, del pop, y hasta del mismo vallenato”.

Esta temática tan simpática fue lo que me sedujo y que me hizo ir como bola de humo al estudio de grabación, pues no me molesto en hacerlo sino tengo algo contundente que decir a la hora de grabar. Pero no solo eso, sino que la intervención que acaba de hacer el autor de la obra sobre la trama y los elementos de producción me retratan de cuerpo entero porque es lo que he hecho toda la vida antes de ser merenguero y por eso me atrevo a invitarlos a que hagamos un breve recuento de las primeras producciones que grabé cuando llegué a la capital dominicana, donde tuve la oportunidad de hacer dos discos de 45 revoluciones con Los Beduinos: el primero fue “Como tu una flor” (lado A) y “El camino de los amantes” (lado B) interpretado y compuesto por Víctor Víctor, el cantante de entonces. En el segundo, se grabaron dos solos de trompeta, que pude interpretar con el estilo característico de Herb Alpert, un famoso músico de la época al que solía imitar en la trompeta. El primero se titula “Samba Alegre” (lado A) y el segundo “Beethoven en mi mente” (lado B), ambas composiciones de Tito Guerrero, el pianista de la agrupación.

Estos sencillos ya entonces, denotaban un estilo diametralmente opuesto a la cultura del merengue.

Orondo y orgulloso envié estas producciones a mi papá a la ciudad de Nueva York. Cuando las recibió irónicamente sentí que me felicitó, pero con una expresividad que no se correspondía con una satisfacción auténtica; yo diría que lo hizo como un cumplido, porque me dijo: “Ya que tienes ese talento, y así cómo hiciste esos cuatro temas, te voy a componer cuatro más, pero para que los hagas a ritmo de merengue. Si no lo haces, te pasará peor que en Altamira cuando te cancelaron como cartero y trompetista, y vas a morir de hambre”.

Me compuso las canciones “Búscame mi ropa que ya me voy”, “Las Avispas”, “Charo” y “El Calor”.

Me fui al estudio, literalmente refunfuñando y zapateando como El Chavo del 8. Cuando terminé de grabar sus temas, ninguno se parecía al otro porque nunca he tenido un estilo único. Puedo jurar que allí no hubo la más mínima intención de irreverencia. Solo que no me salía otra cosa por más que lo buscara. Grabé lo que podía, lo que llevaba por dentro. Mientras “Charo” se produjo como un ritmo antillano, “El Calor” resultó ser una obra teatral al estilo Charleston en su introducción. “Las avispas” quedó como un manual del solo de trompeta más icónico y complejo conocido hasta el momento, interpretado por Kilvio Fernández; mientras que “Búscame mi ropa que ya me voy”, pasó a ser un ejercicio vocal de contrapunto que tiraba más a un trabalenguas que a un coro normal.

Cada canción parecía de una orquesta distinta, pero bautizada como merengue al ser su intérprete un dominicano.

Con la misma licencia que me otorgué desde mis inicios de andar libre por el mundo rítmico, lírico, melódico, cultural y estructural, se incorporaron a “El Cuchicheo” los códigos que caracterizan la famosa música urbana.

Lessing Kerguelen, el productor lo resume de esta manera:

“Wilfrido Vargas es un destacado exponente del merengue, entonces, bajo ese concepto se debe respetar un criterio, un legado y un sonido. Lo que se ha tratado de hacer con ‘El Cuchicheo’, es envasarlo en lo que está pasando en la actualidad, decorarlo con los colores de hoy en día sin hacer reguetón o género urbano de hoy, al cien por ciento”.

Aquí les dejo queridos lectores el video de “El Cuchicheo”. Admito que mi ego artístico crece como la espuma al ver la acogida que ustedes le han dado a este trabajo. Estoy gratamente sorprendido. ¡Gracias de corazón!

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