25.5 C
Santo Domingo
sábado , 20 abril , 2024

El cine como fue en un principio sigue vivo en la sala más antigua de Austria

Viena.- Un cine abierto hace 104 años, una película muda rodada en 1928, proyectores de 35 milímetros y un piano: el cine como fue en un principio sobrevive en un pequeño local de Viena.

El Breitenseer Lichtspiele se agazapa en una modesta esquina del extrarradio de la capital austríaca. Allí lleva desde 1909, aunque el cine se fundó, con ese nombre, cuatro años antes en una carpa.
Esgrimiendo esas fechas puede decir orgulloso que es el cine vivo más antiguo de Austria y uno de los más viejos del mundo.

Una visita a su sala de proyección es como entrar en el Cinema Paradiso que mostrara en su película el director Giuseppe Tornatore: Dos proyectores de 35 milímetros con medio siglo a sus espaldas siguen dibujando historias sobre la pantalla del cine.
«El cine digital es demasiado artificial», critica Josef, encargado desde hace diez años de la «sala de máquinas» de este centenario Lichtspiele (literalmente ‘juegos de luz’, una antigua palabra para referirse en alemán al cinematógrafo).

Entre cambio y cambio de rollo, Josef compara su predilección por el fotograma de toda la vida con quien prefiere el chirrido del vinilo a la pulcritud del CD.
El abandono del 35 milímetros por parte de las distribuidoras, volcadas en el digital, ha obligado también a este cine a modernizarse y montar sistemas de proyección alternativos.

A lo largo de las décadas el Breitenseer tuvo varios dueños, amplió y luego redujo el número de butacas, se apuntó al cine sonoro en 1930 y en 1969 fue comprado por su actual propietaria, Anna Nitsch-Fitz.

«Quería tener a toda costa un cine», explica esta profesora jubilada, que vivió rodeada de películas desde que de pequeña jugaba en otro cine que fue propiedad de su abuela.

Su amor al cine no le impidió ver que aquello no iba a ser un buen negocio, motivo por que el que terminó la carrera de Matemáticas para asegurarse un futuro laboral.
El tiempo le dio la razón. El fiel público, casi de asiento propio, se fue reduciendo con los años. Hoy día, tener seis espectadores en la sala de 168 butacas es ya todo un éxito.

«Últimamente tengo que cancelar muchas sesiones porque no viene nadie», lamenta Nitsch-Fitz.

El programa del Breitenseer Lichtspiele apuesta por producciones europeas y austríacas, aunque también proyecta algunas cintas estadounidenses.
Un repertorio eminentemente de arte y ensayo en el que apenas tienen sitio las grandes producciones de Hollywood, por una cuestión de gusto personal de su dueña y también por imposición de las distribuidoras, que solo proyectan esos filmes en grandes salas.

En los últimos años, el momento cumbre de la temporada son las proyecciones de películas mudas acompañadas por música en vivo.

Si normalmente apenas un par de localidades están ocupadas, estos viajes a los orígenes del cine atraen a más público y más joven.

A la proyección de «El hombre que ríe», dirigida en 1928 por el expresionista alemán Paul Leni, acuden 30 personas, entre ellas Lukas, un estudiante de 22 años.
«La película se siente de otra manera», relata a Efe, al tiempo que expresa su admiración porque haya aún cines con esta tradición.

Gerhard Gruber, el pianista que pone banda sonora a esta experiencia cinematográfica, defiende la expresividad y la capacidad de transmitir de las películas y los actores del cine mudo.
«El diálogo le ha quitado mucho al cine», analiza.

«La música es improvisada, por eso siempre es especial. Los espectadores que vienen nunca son los mismos, la melodía tampoco lo es. Cada película es únicamente para los que están aquí en el momento», revela.

Aparte de estos conciertos, que cada dos meses animan un poco la caja, el Breitenseer tira de imaginación para lograr ingresos, como la sesión semanal de «cine y punto», en la que 40 mujeres se reúnen para tricotar mientras ven una película. O el alquiler de la sala para fiestas privadas.
La situación financiera del cine es delicada. Con una caja mensual de poco más de 1.000 euros y una subvención pública anual de 10.000, Anna Nitsch tiene que tirar de su pensión de maestra para mantenerlo abierto.

La ventajosa colaboración que mantenía con la Filmoteca de Austria se terminó cuando esta institución abrió una nueva sala propia y tampoco han sido bien recibidas por parte de la Viennale la petición de Nitsch-Fitz de incluir la sala más antigua entre los cines que participan en este festival anual.

«No quieren. Ya lo he intentado. Es una catástrofe», lamenta Nitsch-Fitz.
De momento, el cine sigue fiel a su doble cita diaria con el arte, aunque su dueña teme que un día se apague para siempre el haz de luz de los proyectores y las viejas butacas de madera se queden definitivamente huérfanas de espectadores. EFE

Deja un comentario

Compartir en:

spot_img

La mas leída

Mas noticias
Relacionadas

Trump aventaja a Biden en Georgia y en Míchigan y ambos empatan en Pensilvania y Wisconsin

Washington, (EFE).- El expresidente de Estados Unidos y precandidato...

El primer trimestre ha sido el más violento en Haití desde 2022, dice la ONU

Naciones Unidas, (EFE).- La violencia no da tregua en...

Ecuador llega al referéndum de Noboa en medio de crisis energética y de crisis diplomática

Quito, (EFE).- Ecuador va este domingo a las urnas...

Neuville y Evans, empatados en el liderato tras la primera etapa del Rally de Croacia

Redacción Deportes,(EFE).- El belga Thierry Neuville (Hyundai i20) y...

Descubre más desde Elperiodico.com.do

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo